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No lo entiende? mi maleta no lleva comida para gatos! [Tom]
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No lo entiende? mi maleta no lleva comida para gatos! [Tom]
[8:25 am. L.A., Aeropuerto]
Mi mirada cansada recorría de nuevo a las 15 personas que estaban por delante de mí en la cola mientras mi mente viajaba a aquella entrevista de Saturday Night Live, donde, después de una parodia sobre el mismo tema, me preguntaron "seriamente" sobre cual era mi postura en cuanto a lo de favorecer a las personas famosas en lugares públicos como este... yo había contestado sin pensarlo dos segundos que éramos personas como cualquier otra, sin superpoderes ni nada extraordinario, y que veía mal que algunos establecimientos o servicios hicieran excepciones con gente famosa. "Pues bienvenida a "de lo que se cría, se come" Dige para mí misma soltando el suspiro número 525, si... los había contado. El puesto de Atención al cliente llevaba abierto desde las 6:00 am y entendía que eran pocos pero... maldición, llevaba media mañana haciendo cola... bueno, y por suerte, porque la otra media la había soportado mi asistente personal, la cual tuvo que irse corriendo porque su hijo había tenido un accidente en el colegio por lo que... recuento: Horas en la cola con una maleta que no es mía : 1'5 h. / Olor: A comida de gato / Paciencia: En límite.
Arrastraba, además de mi bolso de Chanel y unos tacones de infarto que no estaban hechos para estar de pié estática, avanzando dos pasos por minuto durante una hora y media, a una maleta roja metálica exactamente igual a la mía, solo que con una pequeña diferencia...
"Buenos días" Saludó una chica mascando un chicle, yo le devolví la sonrisa leve por educación. "Qué desea?" Preguntó viendo mi maleta, me señaló el lugar donde se facturaban para salir hacia el avión y gritó un "Siguiente!" presupuesto.
Ladeé la cabeza molesta y sonriendo con cierta ironía, no había esperado una hora y media para que una sabelotodo me mandase a la... facturación de maletas así como así. -No no... disculpe, no estoy aquí por eso, quiero mi maleta, y devolver esta.- Comenté intentándome explicar lo más claro posible, iba a continuar mi frase diciendo que se habían confundido al mandarme la mía, pero de nuevo, abrió su "preciosa" boquita. "Mira guapa, este sitio no es de intercambio... si te has confundido de maleta ve a objetos perdidos, allí buscas la tuya y dejas esa, es fácil no? Siguiente!" Dijo cogiendo el teléfono y marcando a alguien, alguien que por su bien, no sería "seguridad"
Yo, que me había agachado para abrir la maleta y coger dos latas de comida de gato mientras la escuchaba, al temrinar la frase me quedé boquiabierta por la mala educación que soplaba en cada jadeo y sonrisa irónica con olor a menta fresca. Me levanté con una lata de comida por mano y las estrellé en la mesa mientras ella marcaba los números y me miraba con una ceja alzada.
-A ver... "Guapa" creo que no lo has entendido bien, a mí me han llamado diciendo que me pasase por atención al cliente, no por objetos perdidos porque se supone que ya deberían tener mis malditas maletas y no he esperado una hora y media para que una niñata maleducada y sabelotodo me envíe a hacer puñetas con una maleta que no es mía y a la que me mandaron dejar aquí.- Vociferé haciendo una pausa al final, perdinedo los estribos, genial, quien me viese diría que soy una de esas "Actrices tempreamentales que atacan sin motivo ni razón" -Qué parte de esa frase no entiendes?.- Pregunté negando con la cabeza de forma rápida y medio cómica, ella, sin alterar su rostro, terminó de marcar el número llamando a "Henry" diciendo que tenían una histérica en el ala este del aeropuerto, luego, colgó y, como si no la hubiese escuchado llamar loca, me miró con cara de satisfacción para pronunciar un vacilante "Ves? he llamado y me lo acaban de confirmar, debes ir a objetos perdidos, y ahora largo, tengo asuntos que atender" Dijo sin colgar el aparto, llamando a algún otro compañero de trabajo con el que no hablaba precisamente de algo "laboral". Dejé las latas de comida a cada lado y me llevé las manos al pelo apoyándome en el mostrador -Esto tiene que ser una broma, no me está pasando.- Dije para mí misma soltando una risita nerviosa.
Re: No lo entiende? mi maleta no lleva comida para gatos! [Tom]
Dougie, Danny, Harry y yo habíamos tomado la dura decisión de mudarnos al otro lado del charco. Para que aquello fuera posible, habíamos dejado muchas cosas atrás. Nuestras casas, nuestro país, nuestra familia... Y yo, bueno, una relación y una maleta, por lo visto.
Habíamos llegado hace apenas unos días, y habíamos facturado todos las maletas, pues sobrepasaban los quince kilos para llevarlas con nosotros.
No teníamos un avión privado, ni jamás lo habíamos necesitado, pero a veces me hubiera gustado tener uno compartido, uno sólo para nosotros cuatro, pues siempre que viajábamos algo pasaba, las maletas se perdían, o mis gatos, mi queridísimos gatos, nunca llegaban al destino. Lo peor de todo es que siempre me pasaba a mí, y esta vez no iba a ser menos.
Cuando llegamos, todos habían encontrado sus maletas. ¿Qué había sido de la mía? Ni jodido rastro. Me habían dicho que la buscarían, que me la mandarían por correo a nuestra nueva dirección y que, en caso de que no apareciera, el seguro tendría que pagarme una indemnización. Pero ni el más valioso oro del mundo me quitaría el cabreo que llevaba encima. Las cosas que llevaba en la maleta, unas de las miles que había dejado en Inglaterra, eran personales, y no se podían sustituír. Al menos, esta vez, mis mascotas habían llegado sanas y salvas. Adoraba tener siempre a los gatos conmigo, para sobarlos y hacerles fotos graciosas y subirlas a Tumblr. Eran los mininos más mimados del planeta, estaban gordos como una chufla y eran felices, pero cuando volaban se les ponía los pelos de punta, creo que percibían el mismo miedo que yo. Y no era precisamente miedo a volar...
Había pasado aquellos días soportando las bromas de los chicos. Creo que les había dado tanta pena que me habían dejado su ropa para sobrevivir. Sí, era un exagerado, pero, en definitiva, no había estado nada cómodo con ropas que no eran mías.
Cuando por fin me había llegado mi maleta roja metálica a nuestra nueva casa, la había abierto con toda la ilusión del mundo, esperando encontrarme mis Ray Ban, mis vans, mis camisas de cuadros... ¿Y qué me encontraba? Miles de ropas de chica metidas a presión, tacones de escándalo y diez mil botes y sombras de ojos... Razón de más para que me vacilaran y se rieran de mí, esta vez más fuerte.
Tras desahogarme aquella mañana por Twitter, por teléfono, y por todas las vías posibles, cagándome en los jodidos vuelos (que no eran precisamente Low Cost), había llamado escandalizado al aeropuerto, que me habían dicho que acudiera a Atención al Cliente.
Había madrugado, aunque claro, para mí madrugar era un concepto tan amplio... Había madrugado de forma ultraexagerada. Era un dormilón, y levantarme antes de las doce y media para mí era mortal. Ahora eran las ocho y veinticinco de la mañana y estaba que no cabía en mí de cansancio.
Al llegar a la terminal, con la maleta que, menos mal que al menos no era rosa, me apresuré por acudir a Atención al Cliente. Por suerte para mí, la cola parecía haber disminuido a los días anteriores de cuando cogimos el vuelo. Ahora mismo sólo había un hombre preguntando por qué pasillo debía acudir al vuelo a Argentina, y otra chica de pelo largo y castaño que estaba de espaldas, masajeándose las sienes como desesperada.
Decidido y algo amargado, llegué nada más el señor abandonó su lugar, colocándome en el lugar exacto donde éste había estado y apoyándome con descaro en el mostrador.
La chica del mostrador, vestida con un uniforme serio, parecía un poco barriobajera. Al principio había suspirado cansada, al ver que alguien más acudía para que le atendieran, pero al encontrarse con mi cara -no sabía si me conocía o no, y si lo hacía me daba totalmente igual-, simplemente sonrió coqueta. Eso sí, una vez, al ver mi sonrisa plástica, pareció mostrar su verdadera naturaleza.
-Ayer llamé a la compañía con la que viajé y me dijo que viniera a Atención al Cliente. Voy a informarla de la situación, porque no quiero más desmadres, ¿está claro? Tengo estudios de piloto, y le aseguro que cada vez me repatea más este mundo. No hay viaje que haga sin problemas, y esta vez ha sido la gota que colma el vaso. Hace un mes, en mi viaje a Dublín, me perdisteis a mis mascotas, hace tres, en mi viaje a España, mi maleta apareció sin ruedas. Y, esta vez, facturé mi maleta y la perdisteis, me la enviasteis a la dirección que escribí en el formulario y hoy me ha llegado una que no es mía. ESPERO por vuestro bien que aparezca la mía o que os pongáis en contacto con mi seguro, porque la demanda que os puede caer es tan grande como la distancia de aquí a Madagascar, ¿estamos? -mi amabilidad no estaba en su mejor momento del día. Aparté las gafas de sol que Danny me había dejado, bajándolas del puente de mi nariz para colocármelas colgando de la camisa que Dougie me había dejado. Cogí, con mis ahora más en forma brazos, la maleta equivocada, y la posé con fuerza sobre el mostrador, sin perder la sonrisa burlona de mi rostro.
La maleta estaba a rebosar, supuse que por la necesidad de las mujeres de llevar todo en una maleta, su ropa, el secador, las planchas, maquillaje... Todo. Por lo que, por las esquinas, sobresalían algunos pañuelos o cintas de seda -vete tú a saber qué era eso, de lo que yo me ponía pañuelos...- que me había pasado por alto guardar bien.
Normalmente no era así, era una persona que siempre trataba educadamente este tipo de temas, pero era de esas personas que consideraban que había un punto para todo.
Habíamos llegado hace apenas unos días, y habíamos facturado todos las maletas, pues sobrepasaban los quince kilos para llevarlas con nosotros.
No teníamos un avión privado, ni jamás lo habíamos necesitado, pero a veces me hubiera gustado tener uno compartido, uno sólo para nosotros cuatro, pues siempre que viajábamos algo pasaba, las maletas se perdían, o mis gatos, mi queridísimos gatos, nunca llegaban al destino. Lo peor de todo es que siempre me pasaba a mí, y esta vez no iba a ser menos.
Cuando llegamos, todos habían encontrado sus maletas. ¿Qué había sido de la mía? Ni jodido rastro. Me habían dicho que la buscarían, que me la mandarían por correo a nuestra nueva dirección y que, en caso de que no apareciera, el seguro tendría que pagarme una indemnización. Pero ni el más valioso oro del mundo me quitaría el cabreo que llevaba encima. Las cosas que llevaba en la maleta, unas de las miles que había dejado en Inglaterra, eran personales, y no se podían sustituír. Al menos, esta vez, mis mascotas habían llegado sanas y salvas. Adoraba tener siempre a los gatos conmigo, para sobarlos y hacerles fotos graciosas y subirlas a Tumblr. Eran los mininos más mimados del planeta, estaban gordos como una chufla y eran felices, pero cuando volaban se les ponía los pelos de punta, creo que percibían el mismo miedo que yo. Y no era precisamente miedo a volar...
Había pasado aquellos días soportando las bromas de los chicos. Creo que les había dado tanta pena que me habían dejado su ropa para sobrevivir. Sí, era un exagerado, pero, en definitiva, no había estado nada cómodo con ropas que no eran mías.
Cuando por fin me había llegado mi maleta roja metálica a nuestra nueva casa, la había abierto con toda la ilusión del mundo, esperando encontrarme mis Ray Ban, mis vans, mis camisas de cuadros... ¿Y qué me encontraba? Miles de ropas de chica metidas a presión, tacones de escándalo y diez mil botes y sombras de ojos... Razón de más para que me vacilaran y se rieran de mí, esta vez más fuerte.
Tras desahogarme aquella mañana por Twitter, por teléfono, y por todas las vías posibles, cagándome en los jodidos vuelos (que no eran precisamente Low Cost), había llamado escandalizado al aeropuerto, que me habían dicho que acudiera a Atención al Cliente.
Había madrugado, aunque claro, para mí madrugar era un concepto tan amplio... Había madrugado de forma ultraexagerada. Era un dormilón, y levantarme antes de las doce y media para mí era mortal. Ahora eran las ocho y veinticinco de la mañana y estaba que no cabía en mí de cansancio.
Al llegar a la terminal, con la maleta que, menos mal que al menos no era rosa, me apresuré por acudir a Atención al Cliente. Por suerte para mí, la cola parecía haber disminuido a los días anteriores de cuando cogimos el vuelo. Ahora mismo sólo había un hombre preguntando por qué pasillo debía acudir al vuelo a Argentina, y otra chica de pelo largo y castaño que estaba de espaldas, masajeándose las sienes como desesperada.
Decidido y algo amargado, llegué nada más el señor abandonó su lugar, colocándome en el lugar exacto donde éste había estado y apoyándome con descaro en el mostrador.
La chica del mostrador, vestida con un uniforme serio, parecía un poco barriobajera. Al principio había suspirado cansada, al ver que alguien más acudía para que le atendieran, pero al encontrarse con mi cara -no sabía si me conocía o no, y si lo hacía me daba totalmente igual-, simplemente sonrió coqueta. Eso sí, una vez, al ver mi sonrisa plástica, pareció mostrar su verdadera naturaleza.
-Ayer llamé a la compañía con la que viajé y me dijo que viniera a Atención al Cliente. Voy a informarla de la situación, porque no quiero más desmadres, ¿está claro? Tengo estudios de piloto, y le aseguro que cada vez me repatea más este mundo. No hay viaje que haga sin problemas, y esta vez ha sido la gota que colma el vaso. Hace un mes, en mi viaje a Dublín, me perdisteis a mis mascotas, hace tres, en mi viaje a España, mi maleta apareció sin ruedas. Y, esta vez, facturé mi maleta y la perdisteis, me la enviasteis a la dirección que escribí en el formulario y hoy me ha llegado una que no es mía. ESPERO por vuestro bien que aparezca la mía o que os pongáis en contacto con mi seguro, porque la demanda que os puede caer es tan grande como la distancia de aquí a Madagascar, ¿estamos? -mi amabilidad no estaba en su mejor momento del día. Aparté las gafas de sol que Danny me había dejado, bajándolas del puente de mi nariz para colocármelas colgando de la camisa que Dougie me había dejado. Cogí, con mis ahora más en forma brazos, la maleta equivocada, y la posé con fuerza sobre el mostrador, sin perder la sonrisa burlona de mi rostro.
La maleta estaba a rebosar, supuse que por la necesidad de las mujeres de llevar todo en una maleta, su ropa, el secador, las planchas, maquillaje... Todo. Por lo que, por las esquinas, sobresalían algunos pañuelos o cintas de seda -vete tú a saber qué era eso, de lo que yo me ponía pañuelos...- que me había pasado por alto guardar bien.
Normalmente no era así, era una persona que siempre trataba educadamente este tipo de temas, pero era de esas personas que consideraban que había un punto para todo.
Re: No lo entiende? mi maleta no lleva comida para gatos! [Tom]
"bueno, pues te está pasando, pero porfavor, deja pasar al siguiente porque tenía que haber descansado hace 5 minutos y ya me ves, aquí con el culo pegado a la silla" Dijo ella hacendo una pompa que explotó estruendósamente, me levanté mirándola furibunda, cogiendo mis dos latas temporales -Bien! ya me largo!.- Exclamé agachándome a meter otra vez las latas mientras cerraba la maleta, me levanté quejumbrosa mientras la señora de detrás mio me miraba con cara de pocos amigos, si algo aprendí de mi estancia en Gossip Girl, era como asesinar con la mirada y un simple y leve movimiento de ceja, el cual usé en ellas antes de girarme y empezar a caminar con el mentón alto.
Una gran decepción, eso es lo que me había llevado al abrir mi preciosa maleta roja con brillos metálicos y, en vez de mis Dolce & Gabbana, mis Versace o mis Armanis, lo que me encontré fueron Ray Bans, Camisas a cuadros de leñador y comida, mucha comida para gatos... esto era indignante. Me hubiese quedado muchísimo mejor en New York, donde comparar!
Al ir a objetos perdidos, y ver la inmensa cola, mucho más grande que la anterior, rodé los ojos y desistí. Negando con la cabeza, dí media vuelta arrastrando "mi" maleta y echando a andar, enruté mis pasos hacia la cafetería. Al entrar, pedí un café sentándome en una mesa, desde allí, las cristaleras que teníajn como paredes dejaban a la vista toda la planta este, en la cual había "una loca" en la cola hacia la que estaba mirando ahora mismo. En ella, se veía como la amable dependienta seguía lanzando puyas envenenadas contra todo aquel que soase contestarle.
Bajé de nuevo mi mirada hacia el café mientras bebía un sorbo de él y suspiraba mirando la maleta.. sé que estaba mal, pero posiblemente no encontraría al dueño, y ya que posiblementemi maleta ya hubiese sido desvalijada por alguna suertuda con unos 8 vestidos de marca entre otras prendas menos importantes. Saqué mi móvil y me recosté en la silla, apenas eran las 8:25, sonreí negando con la cabeza... creo que alguien me había mentido, porque, a menos que a su hijo le hubiese ocurrido algo a la puerta del colegio, a estas horas, apenas estaban entrando a clase. Pero no le dí mayor importancia. Cerré los ojos durante un buen rato hasta que dejé de oir el típico ruido en los aeropuertos y levanté la vista levemente, terminándome el café, estaba... frio? no, congelado. En ese momento, me dió curiosidad por mirar de nuevo hacia la cola y, mi corazón dió un salto en el sitio al ver como un chico rubio tenía una maleta roja que llegaba de altura hasta las rodillas, como la mía... como esta.
Mis ojos se clavaron como una flecha en ese color intenso, tenía impulsos de salir hacia ese rubio y preguntarle si esa era mi maleta. Pero no... no correría el riesgo de quedar mal, aun habían personas en esa cola que me habían oido montar el numerito y dos veces en una misma mañana ya sería demasiado.
Pero entonces, algo hizo que respondiese saliendo de mi estado de indecisión... mi pañuelo!!! ese era mi pañuelo de seda con remaches dorados!!!!
Pegué un salto en la silla inmediatamente, cogiendo mi bolso de chanel y mi maleta... bueno "mi" maleta mientras echaba a correr fuera de la cafetería, obviamente iba tan rápido como me permitían mis tacones de 14 cms. y entre el ruido del propio taconeo, los avisos del aeropuerto y el ruido de la maleta de comida de gato al rodar por el suelo me impidieron oir los gritos del camarero, no había pagado... Ni del dueño de la cafetería, el que enviaba a su camarero a por mí y el cual salía a mi encuentro lo más rápido que podía.
-Eh!! tu!!!.- Llamé su atención cuando estaba llegando por si acaso él salía por el otro lado de la cola y le volvía a perder. Al llegar junto a él, con la maratón que había corrido con el peso de su maleta, me apoyé en el ostrador a su lado, inclinándome hacia adelante retomando el aliento. -Disculpa.... esque... enfín, creo que esa es mi maleta... es decir, no, sé que esa es mi maleta, pero creo que esta es la tuya...- Dije sonriendo medio victoriosa a la par que me sonrojaba por la escena que estaba montando. En ese momento, noté como de mi brazo tiraba alguien y volví mi vista hacia atrás medio alarmada y, al ver al camarero, abrí la boca avergonzada -Oh dios... no sabes cuanto lo lamento... esuqe hubo un lío de maletas y... bueno, pensé que le iba a perder otra vez.- Le sonreí al camarero, pero este solo me respondió un escueto "Si ya, eso dicen todas", Fruncí el ceño -Pero qué demonios le pasa a todo el mundo en este aeropuerto?.- Dige mientras me soltaba de un tirón de su brazo y abría el bolso y le daba un billete de 20 -Quédate con el cambio y desaparece.- Le ordené de mala gana.
Pero ahí no acabó todo, con motivo de la tardía, algunos en la cola empezaron a quejarse y a decirme que no me colase... genial... definitivamente hoy no era mi día.
Una gran decepción, eso es lo que me había llevado al abrir mi preciosa maleta roja con brillos metálicos y, en vez de mis Dolce & Gabbana, mis Versace o mis Armanis, lo que me encontré fueron Ray Bans, Camisas a cuadros de leñador y comida, mucha comida para gatos... esto era indignante. Me hubiese quedado muchísimo mejor en New York, donde comparar!
Al ir a objetos perdidos, y ver la inmensa cola, mucho más grande que la anterior, rodé los ojos y desistí. Negando con la cabeza, dí media vuelta arrastrando "mi" maleta y echando a andar, enruté mis pasos hacia la cafetería. Al entrar, pedí un café sentándome en una mesa, desde allí, las cristaleras que teníajn como paredes dejaban a la vista toda la planta este, en la cual había "una loca" en la cola hacia la que estaba mirando ahora mismo. En ella, se veía como la amable dependienta seguía lanzando puyas envenenadas contra todo aquel que soase contestarle.
Bajé de nuevo mi mirada hacia el café mientras bebía un sorbo de él y suspiraba mirando la maleta.. sé que estaba mal, pero posiblemente no encontraría al dueño, y ya que posiblementemi maleta ya hubiese sido desvalijada por alguna suertuda con unos 8 vestidos de marca entre otras prendas menos importantes. Saqué mi móvil y me recosté en la silla, apenas eran las 8:25, sonreí negando con la cabeza... creo que alguien me había mentido, porque, a menos que a su hijo le hubiese ocurrido algo a la puerta del colegio, a estas horas, apenas estaban entrando a clase. Pero no le dí mayor importancia. Cerré los ojos durante un buen rato hasta que dejé de oir el típico ruido en los aeropuertos y levanté la vista levemente, terminándome el café, estaba... frio? no, congelado. En ese momento, me dió curiosidad por mirar de nuevo hacia la cola y, mi corazón dió un salto en el sitio al ver como un chico rubio tenía una maleta roja que llegaba de altura hasta las rodillas, como la mía... como esta.
Mis ojos se clavaron como una flecha en ese color intenso, tenía impulsos de salir hacia ese rubio y preguntarle si esa era mi maleta. Pero no... no correría el riesgo de quedar mal, aun habían personas en esa cola que me habían oido montar el numerito y dos veces en una misma mañana ya sería demasiado.
Pero entonces, algo hizo que respondiese saliendo de mi estado de indecisión... mi pañuelo!!! ese era mi pañuelo de seda con remaches dorados!!!!
Pegué un salto en la silla inmediatamente, cogiendo mi bolso de chanel y mi maleta... bueno "mi" maleta mientras echaba a correr fuera de la cafetería, obviamente iba tan rápido como me permitían mis tacones de 14 cms. y entre el ruido del propio taconeo, los avisos del aeropuerto y el ruido de la maleta de comida de gato al rodar por el suelo me impidieron oir los gritos del camarero, no había pagado... Ni del dueño de la cafetería, el que enviaba a su camarero a por mí y el cual salía a mi encuentro lo más rápido que podía.
-Eh!! tu!!!.- Llamé su atención cuando estaba llegando por si acaso él salía por el otro lado de la cola y le volvía a perder. Al llegar junto a él, con la maratón que había corrido con el peso de su maleta, me apoyé en el ostrador a su lado, inclinándome hacia adelante retomando el aliento. -Disculpa.... esque... enfín, creo que esa es mi maleta... es decir, no, sé que esa es mi maleta, pero creo que esta es la tuya...- Dije sonriendo medio victoriosa a la par que me sonrojaba por la escena que estaba montando. En ese momento, noté como de mi brazo tiraba alguien y volví mi vista hacia atrás medio alarmada y, al ver al camarero, abrí la boca avergonzada -Oh dios... no sabes cuanto lo lamento... esuqe hubo un lío de maletas y... bueno, pensé que le iba a perder otra vez.- Le sonreí al camarero, pero este solo me respondió un escueto "Si ya, eso dicen todas", Fruncí el ceño -Pero qué demonios le pasa a todo el mundo en este aeropuerto?.- Dige mientras me soltaba de un tirón de su brazo y abría el bolso y le daba un billete de 20 -Quédate con el cambio y desaparece.- Le ordené de mala gana.
Pero ahí no acabó todo, con motivo de la tardía, algunos en la cola empezaron a quejarse y a decirme que no me colase... genial... definitivamente hoy no era mi día.
Re: No lo entiende? mi maleta no lleva comida para gatos! [Tom]
La dependienta del mostrador pareció tragar saliva un momento. O eso, o se había tragado hasta el chicle... No, lo seguía masticando, sólo que esta vez se hacía la tonta, masticaba con la boca cerrada, y tecleaba varias cosas en el ordenador.
-Disculpa un momento -se limitó a decir.
Parecía que le había causado un mínimo de impresión, porque no pareció ni defenderse ni apostar por mi lado, así que continué sonriendo.
Alcé las cejas y solté una pequeña exclamación cuando pareció atenderme, una así como ¡Joder, gracias!, que sólamente bocalicé.
Comencé a dar toquecitos con mis dedos a la maleta, en un intento de ponerla nerviosa y que se apresurara, o en un intento de tranquilizarme, esperar a poner una queja, e irme a casa.
-Me gustaría ver las hojas de reclamación -me apresuré por decir, sin siquiera pedirlo con un "por favor".
La chica, que parecía algo disconforme, mostró su posición por primera vez ante mí.
-Deberás pedirlas en Objetos Perdidos. Esta no es tu sección.
¡Já! ¿Además se atrevía a tutearme? Vamos, al mundo le harían un favor si la despidieran, evidentemente.
Con un sentimiento de impotencia, cogí la maleta para bajarla nuevamente al suelo, asentí con arrogancia y la miré con los ojos entrecerrados, susurrando un "gracias por nada" en mi interior.
Fue entonces cuando escuché, entre todo el alboroto, o, al menos tuve esa sensación, de que alguien me llamaba.
Estaba dispuesto a irme a Objetos Perdidos hacia el lado contrario, ni siquiera tuve momento para moverme del mostrador y dejar al próximo pasar, cuando una silueta femenina que corría -como pisando huevos- con unos tacones elevadísimos se acercaba, intentando captar mi atención.
Parecía que la seguía un camarero, no había pagado en la cafetería. La escuché y dejé que cogiera aire, explicándose a duras penas. Ni siquiera la reconocí hasta que puso un billete de 20$ en la mano del camarero, que ya se había largado.
La gente parecía molesta por su presencia, tal vez pensaban que se iba a colar, pero creo que ambos hicimos caso omiso, apartándonos de la cola unos pasos.
Durante un momento me impresionó.
A ver, dada las tallas de las ropas, el perfume, y la marca de las ropas que había en la maleta era evidente qué estilo de chica iba a ser la dueña... Dougie y Danny se habían ocupado de ponerse las bufandas, burlarse, e imaginarse a Elsa Pataky con esos sujetadores de encaje... -esos pensamientos los guardaría para mí mismo, sería lo mejor-, pero mi cabreo era tal que no me había parado a pensar en la chica que estaría buscando como yo desesperadamente su maleta...
¡Y ahora la tenía delante de mis narices! Joder, qué fuerte, como para no reconocerla...
Bueno, Tom, no seas idiota, algo tendrás que responderle.
-Vaya, así que la tenías tú... -siseé. La verdad es que mejor que la tuviera alguien como ella, que parecía ser responsable ante todo, que cualquier idiota que ni se habría molestado por traerla en vuelta-. Sí, supongo que... Esta maleta es la tuya -dije, tendiéndole la maleta que yo empujaba en modo carro-, pesa más que la mía y... bueno, a simple vista se nota que esto ni siquiera me entraría -murmuré, riendo entre dientes en silencio-. Vaya...
La miré de arriba abajo con disimulo... ¿Era...? Hacía apenas un par de semanas que, haciendo zapping en televisiones británicas, la había visto en la pantalla. Era la actriz de Gossip Girl, ni siquiera me había gustado la serie, pero recordaba que al verla dije que era muy mona, sí. Ahora podía confirmarlo...
No dije nada más, ni siquiera dije su nombre con el típico "¡Hey! Tú eres... Lei... Leighton...". Bah, ni siquiera sabía su apellido. No porque no fuera famosa, sino porque mis gustos respecto a series rodaban alrededor de Perdidos, House... más que ese tipo de series.
Extendí la mano hacia ella. Nunca había sabido muy bien cómo presentarme a una chica, así que, volví a llevarla adonde estaba, sonriendo ligeramente.
-Esto... Soy Tom.
-Disculpa un momento -se limitó a decir.
Parecía que le había causado un mínimo de impresión, porque no pareció ni defenderse ni apostar por mi lado, así que continué sonriendo.
Alcé las cejas y solté una pequeña exclamación cuando pareció atenderme, una así como ¡Joder, gracias!, que sólamente bocalicé.
Comencé a dar toquecitos con mis dedos a la maleta, en un intento de ponerla nerviosa y que se apresurara, o en un intento de tranquilizarme, esperar a poner una queja, e irme a casa.
-Me gustaría ver las hojas de reclamación -me apresuré por decir, sin siquiera pedirlo con un "por favor".
La chica, que parecía algo disconforme, mostró su posición por primera vez ante mí.
-Deberás pedirlas en Objetos Perdidos. Esta no es tu sección.
¡Já! ¿Además se atrevía a tutearme? Vamos, al mundo le harían un favor si la despidieran, evidentemente.
Con un sentimiento de impotencia, cogí la maleta para bajarla nuevamente al suelo, asentí con arrogancia y la miré con los ojos entrecerrados, susurrando un "gracias por nada" en mi interior.
Fue entonces cuando escuché, entre todo el alboroto, o, al menos tuve esa sensación, de que alguien me llamaba.
Estaba dispuesto a irme a Objetos Perdidos hacia el lado contrario, ni siquiera tuve momento para moverme del mostrador y dejar al próximo pasar, cuando una silueta femenina que corría -como pisando huevos- con unos tacones elevadísimos se acercaba, intentando captar mi atención.
Parecía que la seguía un camarero, no había pagado en la cafetería. La escuché y dejé que cogiera aire, explicándose a duras penas. Ni siquiera la reconocí hasta que puso un billete de 20$ en la mano del camarero, que ya se había largado.
La gente parecía molesta por su presencia, tal vez pensaban que se iba a colar, pero creo que ambos hicimos caso omiso, apartándonos de la cola unos pasos.
Durante un momento me impresionó.
A ver, dada las tallas de las ropas, el perfume, y la marca de las ropas que había en la maleta era evidente qué estilo de chica iba a ser la dueña... Dougie y Danny se habían ocupado de ponerse las bufandas, burlarse, e imaginarse a Elsa Pataky con esos sujetadores de encaje... -esos pensamientos los guardaría para mí mismo, sería lo mejor-, pero mi cabreo era tal que no me había parado a pensar en la chica que estaría buscando como yo desesperadamente su maleta...
¡Y ahora la tenía delante de mis narices! Joder, qué fuerte, como para no reconocerla...
Bueno, Tom, no seas idiota, algo tendrás que responderle.
-Vaya, así que la tenías tú... -siseé. La verdad es que mejor que la tuviera alguien como ella, que parecía ser responsable ante todo, que cualquier idiota que ni se habría molestado por traerla en vuelta-. Sí, supongo que... Esta maleta es la tuya -dije, tendiéndole la maleta que yo empujaba en modo carro-, pesa más que la mía y... bueno, a simple vista se nota que esto ni siquiera me entraría -murmuré, riendo entre dientes en silencio-. Vaya...
La miré de arriba abajo con disimulo... ¿Era...? Hacía apenas un par de semanas que, haciendo zapping en televisiones británicas, la había visto en la pantalla. Era la actriz de Gossip Girl, ni siquiera me había gustado la serie, pero recordaba que al verla dije que era muy mona, sí. Ahora podía confirmarlo...
No dije nada más, ni siquiera dije su nombre con el típico "¡Hey! Tú eres... Lei... Leighton...". Bah, ni siquiera sabía su apellido. No porque no fuera famosa, sino porque mis gustos respecto a series rodaban alrededor de Perdidos, House... más que ese tipo de series.
Extendí la mano hacia ella. Nunca había sabido muy bien cómo presentarme a una chica, así que, volví a llevarla adonde estaba, sonriendo ligeramente.
-Esto... Soy Tom.
Re: No lo entiende? mi maleta no lleva comida para gatos! [Tom]
Agradecí, y mucho, el que nos alejásemos de la cola pues mentiría si digese que no me esperaba ningún zapato a la cabeza, un insulto, o algo peor si cabía realmente. El camarero se giró medio avergonzado al ver como el rubio me respaldaba en la coartada, no cruzó ninguna palabra más y echó a andar con paso rápido hacia la cafetería, donde estaría esperando su dueño para preguntar si pudo atraparme y qué lección me dió. Ante lo que esperaba, que fuese totalmente sincero.
El chico me dijo algo que realmente no entendí, pues al levantar mi vista cuando empezó a mover sus labios, mi mirada se perdió en la totalidad del rostro de aquel rubio que se acababa de salir del esquema de las personas que te puedes encontrar en un aeropuerto de Los Ángeles... "Tom Fletcher? enserio?" me pregunté a mí misma mientras alzaba las cejas y miraba a las dos maletas, empezando a reirme para luego negar con la cabeza... no, era imposible, él no parecía un viejo de los gatos... lo de las camisas era pasable pero... enserio? un frikicat? lo mejor sería que le diese la mala noticia cuanto antes... esta no era su maleta, pero. Como? él tenía la mía, sería demasiada coincidencia que hubiese tres maletas en seis manos equivocadas.
El chico después dijo que esa maleta parecía mía por qué pesaba más y no le cupieron las cosas y, al dirigir mi vista hacia el pañuelo de seda, solté un gritito ahogado acuclillándome a su lado mientras tumbaba la maleta y la abría inmediatamente observando el maltrato que había llevado el pobre pañuelo... y no solo eso, mi maleta en sí estaba patas arriba, recordaba los vestidos y las bufandas al final del todo, y ahora los tacones estarían provocando hoyos o algo parecido desde la parte baja de la maleta. Me levantaría y le empezaría a gritar, pero... primero, era Tom Fletcher, un famoso y no quería dar una mala imagen y segundo... yo también había rebuscado en su maleta, por lo que preferí callarme la boca y sonreir, sacando mi pañuelo y doblándolo cuidadosamente antes de cerrar la maleta y colocar el pañuelo en un bolsillo de mi gabardina, la cual por su longitud hacía parecer que no llevaba nada debajo, como si de una exhibiccionista se tratase. -Deberías revisar la tuya... es decir, por si realmente es tuya... aunque no sé...- No terminé la frase, no fuese a cargarla el diablo y resultar que ese chico sí que tuviese 5 gatos. Al presentarse, me dió una oportunidad para salir del paso, estreché su mano con delicadeza y le sonreí -Lo sé...- Dije en un principio, aunque luego fruncí el ceño "Oh mierda, ahora que soy, una fan de 17 años o que?" me pregunté a mí misma negando con la cabeza -Lo siento... me refiero a que los "Mcfly" sonais ultimamente en todos los lugares y tal... no que sea una acosadora ni nada por el estilo... mejor me callo...- Dije después soltando una risita nerviosa, el café y la impaciencia mezclado con el hecho de madrugar no hacían un gran efecto cuerdo en mí -Yo soy Leighton.- Le respondí con amabilidad -Y gracias por tener tu mi maleta... tenía miedo de que alguna chica se hubiese apadrinado a ella misma.- Bromeé por "romper el hielo" mientras miraba mi maleta, en la cual había depositado una mano para no volver a confundirlas.
El chico me dijo algo que realmente no entendí, pues al levantar mi vista cuando empezó a mover sus labios, mi mirada se perdió en la totalidad del rostro de aquel rubio que se acababa de salir del esquema de las personas que te puedes encontrar en un aeropuerto de Los Ángeles... "Tom Fletcher? enserio?" me pregunté a mí misma mientras alzaba las cejas y miraba a las dos maletas, empezando a reirme para luego negar con la cabeza... no, era imposible, él no parecía un viejo de los gatos... lo de las camisas era pasable pero... enserio? un frikicat? lo mejor sería que le diese la mala noticia cuanto antes... esta no era su maleta, pero. Como? él tenía la mía, sería demasiada coincidencia que hubiese tres maletas en seis manos equivocadas.
El chico después dijo que esa maleta parecía mía por qué pesaba más y no le cupieron las cosas y, al dirigir mi vista hacia el pañuelo de seda, solté un gritito ahogado acuclillándome a su lado mientras tumbaba la maleta y la abría inmediatamente observando el maltrato que había llevado el pobre pañuelo... y no solo eso, mi maleta en sí estaba patas arriba, recordaba los vestidos y las bufandas al final del todo, y ahora los tacones estarían provocando hoyos o algo parecido desde la parte baja de la maleta. Me levantaría y le empezaría a gritar, pero... primero, era Tom Fletcher, un famoso y no quería dar una mala imagen y segundo... yo también había rebuscado en su maleta, por lo que preferí callarme la boca y sonreir, sacando mi pañuelo y doblándolo cuidadosamente antes de cerrar la maleta y colocar el pañuelo en un bolsillo de mi gabardina, la cual por su longitud hacía parecer que no llevaba nada debajo, como si de una exhibiccionista se tratase. -Deberías revisar la tuya... es decir, por si realmente es tuya... aunque no sé...- No terminé la frase, no fuese a cargarla el diablo y resultar que ese chico sí que tuviese 5 gatos. Al presentarse, me dió una oportunidad para salir del paso, estreché su mano con delicadeza y le sonreí -Lo sé...- Dije en un principio, aunque luego fruncí el ceño "Oh mierda, ahora que soy, una fan de 17 años o que?" me pregunté a mí misma negando con la cabeza -Lo siento... me refiero a que los "Mcfly" sonais ultimamente en todos los lugares y tal... no que sea una acosadora ni nada por el estilo... mejor me callo...- Dije después soltando una risita nerviosa, el café y la impaciencia mezclado con el hecho de madrugar no hacían un gran efecto cuerdo en mí -Yo soy Leighton.- Le respondí con amabilidad -Y gracias por tener tu mi maleta... tenía miedo de que alguna chica se hubiese apadrinado a ella misma.- Bromeé por "romper el hielo" mientras miraba mi maleta, en la cual había depositado una mano para no volver a confundirlas.
Re: No lo entiende? mi maleta no lleva comida para gatos! [Tom]
Todavía seguía algo conmovido por que hubiera compartido aquel berenjenal con Leighton... Leighton Meester. Ahora me acordaba de su entero nombre. Aunque... Bueno, eso no quería decir nada... ¿No? Lo importante para mantener la memoria de una persona era su imagen. La forma en la que una sonríe, la forma en la que se forman los hoyuelos en las mejillas...
Dios. Estaba tan entretenido que ni me había dado cuenta del gritito ahogado y bajo que había emitido, apresurándose por abrir su maleta.
Sí, fue algo vergonzoso que lo encontrara todo... Distinto a como ella lo había dejado. Recordaba haber guardado a mi manera todo lo que había sacado a su maleta, cuando aún estaba colérico por el regalito o, mejor dicho, la sorpresita que me había dado la compañía de vuelo.
Carraspeé ligeramente y me imaginé lo incómoda que se tendría que sentir al abrir su maleta y encontrarse la ropa de marca doblada... como un tío como yo lo doblaba todo. Así que, tontamente, me limité a reír entre dientes ligeramente, poniéndome serio a continuación y mirando el equipaje con la mayor naturalidad del mundo.
-Eem... Sí. Estaba bastante cabreado como para acordarme cómo se dobla una chaqueta -bromeé, aunque hablé en un siseo tan apenas audible, que sólo me quedé mirando cómo se reincorporaba, estrechándome la mano y diciendo que ya sabía quién era.
Me quedé algo impresionado, la verdad. Como cuando fuimos a España por primera vez y nos encontramos con tanta horda de fans recibiéndonos en el aeropuerto... Simplemente flipante. No me esperara que me reconocieran en Los Ángeles, la verdad, pues nuestra fama lejos de Inglaterra se contaba con los dedos. Por supuesto que nos conocían en los Estados Unidos, pero aún no me acostumbraba a ello. Y, al venir a Los Ángeles, sinceramente, agradecía el que no fuera tan conocido como... ¿qué se yo? ¿La factoría Disney? Por muy poco valor que tuviera, era una ola de fans lo que no les dejaba hacer su vida.
Me sorprendió que Leighton Meester la misma, actriz de una serie que había estado viendo de reojo días antes, supiera mi nombre...
Sonreí de medio lado mientras me rascaba la nuca, pasándome la mano desde mi cuello hasta alborotarme aún más mi pelo rubio. Me hizo gracia que se avergonzara por afirmar que me conocía, tal vez no quería mostrar tanto de ella o... darme a entender que era de una forma que no era. Al parecer, dados los comentarios molestos que la gente había hecho segundos atrás en la cola, no era su mejor día.
-Sí, te he entendido. Yo también sé quién eres. Leighton-Meester -respondí, haciendo una ligera pausa entre el nombre y apellido.
Observé mi maleta. No creía que hubiera tanta coincidencia respecto al equipaje. Esta vez estaba cien por cien seguro de que era la mía, ahí estaba el arañazo que había aparecido misteriosamente tras mi vuelo a Portugal. Sí. Sin duda era esa. Y no es que no me fiara de ella, era una chica que resplandecía confianza a rebosar, pero abrí una parte de la maleta, acuclillándome durante un breve momento, para divisar algún objeto que fuera mío.
Lo primero que vi fue la comida de mis gatos. Vaya... Recordaba haberlo guardado al fondo del todo... Qué imagen habría tenido de mí. No pude evitar reír entre dientes, alzando las cejas sin saber qué contestar.
-Los mimo demasiado. Y más ahora que nos hemos mudado y tienen que adaptarse a este clima -no supe por qué dije eso, tal vez quería dejar claro y explicar la razón de la que mis mascotas viajaban conmigo. Aunque... ¿Por qué no? ¿Y por qué darle explicaciones? Ante todo, no la conocía. ¿No?
Los chicos sabían cuánto los quería. Adoraba los animales. Y no me replicaban nada. A todos nos gustaba vacilarlos un poco, ya sabes. Tocar las narices mientras dormía -razón natural por la que tenía algún arañazo en la mano-, y todo eso. Dougie echó a las higuanas de su casa por su ex novia Frankie, pero ahora que vivíamos los cuatro juntos, en plan rollo universitario, si yo tenía gatos, estaba seguro de que él o los demás también tendría lo suyo... Aquello iba a parecer un zoo, con tanto animal y nosotros dentro. En fin.
Me reincorporé tras cerrar la maleta metalizada y la observé un rato en silencio, con una sonrisa.
-Sé que te sonará algo raro, pero es una increíble coincidencia todo esto. Bueno -dije, mirando hacia el exterior. Tom. Ni con tu madre te explicas bien, chaval, ni con tu madre-, he venido en taxi, aún no me conozco esto y, he comprado una Coca-Cola -dije enseñándola, pues la tenía en la mano. Bebida express en plan desayuno que aún no me había tomado- Quiero decir que... Bueno, dados los pocos amigos que pareces haber hecho hoy en la fila y en la cafetería, tal vez te apetecía compartirla, en vez de tomar un café en este Infierno, con un tío que ha tenido secuestrada tu maleta un día entero.
Dios. Estaba tan entretenido que ni me había dado cuenta del gritito ahogado y bajo que había emitido, apresurándose por abrir su maleta.
Sí, fue algo vergonzoso que lo encontrara todo... Distinto a como ella lo había dejado. Recordaba haber guardado a mi manera todo lo que había sacado a su maleta, cuando aún estaba colérico por el regalito o, mejor dicho, la sorpresita que me había dado la compañía de vuelo.
Carraspeé ligeramente y me imaginé lo incómoda que se tendría que sentir al abrir su maleta y encontrarse la ropa de marca doblada... como un tío como yo lo doblaba todo. Así que, tontamente, me limité a reír entre dientes ligeramente, poniéndome serio a continuación y mirando el equipaje con la mayor naturalidad del mundo.
-Eem... Sí. Estaba bastante cabreado como para acordarme cómo se dobla una chaqueta -bromeé, aunque hablé en un siseo tan apenas audible, que sólo me quedé mirando cómo se reincorporaba, estrechándome la mano y diciendo que ya sabía quién era.
Me quedé algo impresionado, la verdad. Como cuando fuimos a España por primera vez y nos encontramos con tanta horda de fans recibiéndonos en el aeropuerto... Simplemente flipante. No me esperara que me reconocieran en Los Ángeles, la verdad, pues nuestra fama lejos de Inglaterra se contaba con los dedos. Por supuesto que nos conocían en los Estados Unidos, pero aún no me acostumbraba a ello. Y, al venir a Los Ángeles, sinceramente, agradecía el que no fuera tan conocido como... ¿qué se yo? ¿La factoría Disney? Por muy poco valor que tuviera, era una ola de fans lo que no les dejaba hacer su vida.
Me sorprendió que Leighton Meester la misma, actriz de una serie que había estado viendo de reojo días antes, supiera mi nombre...
Sonreí de medio lado mientras me rascaba la nuca, pasándome la mano desde mi cuello hasta alborotarme aún más mi pelo rubio. Me hizo gracia que se avergonzara por afirmar que me conocía, tal vez no quería mostrar tanto de ella o... darme a entender que era de una forma que no era. Al parecer, dados los comentarios molestos que la gente había hecho segundos atrás en la cola, no era su mejor día.
-Sí, te he entendido. Yo también sé quién eres. Leighton-Meester -respondí, haciendo una ligera pausa entre el nombre y apellido.
Observé mi maleta. No creía que hubiera tanta coincidencia respecto al equipaje. Esta vez estaba cien por cien seguro de que era la mía, ahí estaba el arañazo que había aparecido misteriosamente tras mi vuelo a Portugal. Sí. Sin duda era esa. Y no es que no me fiara de ella, era una chica que resplandecía confianza a rebosar, pero abrí una parte de la maleta, acuclillándome durante un breve momento, para divisar algún objeto que fuera mío.
Lo primero que vi fue la comida de mis gatos. Vaya... Recordaba haberlo guardado al fondo del todo... Qué imagen habría tenido de mí. No pude evitar reír entre dientes, alzando las cejas sin saber qué contestar.
-Los mimo demasiado. Y más ahora que nos hemos mudado y tienen que adaptarse a este clima -no supe por qué dije eso, tal vez quería dejar claro y explicar la razón de la que mis mascotas viajaban conmigo. Aunque... ¿Por qué no? ¿Y por qué darle explicaciones? Ante todo, no la conocía. ¿No?
Los chicos sabían cuánto los quería. Adoraba los animales. Y no me replicaban nada. A todos nos gustaba vacilarlos un poco, ya sabes. Tocar las narices mientras dormía -razón natural por la que tenía algún arañazo en la mano-, y todo eso. Dougie echó a las higuanas de su casa por su ex novia Frankie, pero ahora que vivíamos los cuatro juntos, en plan rollo universitario, si yo tenía gatos, estaba seguro de que él o los demás también tendría lo suyo... Aquello iba a parecer un zoo, con tanto animal y nosotros dentro. En fin.
Me reincorporé tras cerrar la maleta metalizada y la observé un rato en silencio, con una sonrisa.
-Sé que te sonará algo raro, pero es una increíble coincidencia todo esto. Bueno -dije, mirando hacia el exterior. Tom. Ni con tu madre te explicas bien, chaval, ni con tu madre-, he venido en taxi, aún no me conozco esto y, he comprado una Coca-Cola -dije enseñándola, pues la tenía en la mano. Bebida express en plan desayuno que aún no me había tomado- Quiero decir que... Bueno, dados los pocos amigos que pareces haber hecho hoy en la fila y en la cafetería, tal vez te apetecía compartirla, en vez de tomar un café en este Infierno, con un tío que ha tenido secuestrada tu maleta un día entero.
Re: No lo entiende? mi maleta no lleva comida para gatos! [Tom]
Al oir lo de su enfado me pude dar cuenta, aun agachada, de que mi gritito ahogado había sido lo suficientemente visible como para avergonzar al pobre chico y, como había mencionado ya antes, era bastante injusto ya que yo había hecho lo mismo, incluso recordaba haberme sacado unas fotos con sus ray ban y sus camisas a cuadros para subirlas al Twitter después de que se me pasase el enfado... ahora no sabes como agradecía no haberlo hecho, me había ahorrado una buenca bronca... y nada más y nada menos que de un famoso.
-Oh... no te preocupes, porfavor, es normal... este tipo de situaciones sacan de quicio a todo el mundo.- Le respondí restándole importancia al asunto, ya de pié, encogiéndome de hombros y apartándome el flequillo de la cara.
Después de eso él pareció sorprendido por que le conociese, cosa que solo acentuó un poco más mi vergüenza a la vez que algo me impulsaba a pensar que estaba sonrojándome, cosa que me parecía aun más incómodo, por lo que carraspeé y me miré las uñas. Siempre se solía decir que cuando no tienes más salidas, tanto en una pelea como en una situación incómoda, nos resignábamos al infantil comportamiento de insultar el físico de los demás, o por lo contrario, nos fijábamos o interactuábamos con el nuestro propio para ocultar ciertos rasgos o puntos... justo lo que estaba haciendo yo ahora.
Y, por si fuese poco, luego él dijo mi nombre. Que los famosos se ocnociesen entre si no era tan raro, incluso los actores podían conocer a los cantantes... pero que los cantantes conociesen a los actores? eso era insólito. Nosotros podíamos conocer a todos, a veces sus canciones entraban en los montajes de nuestras escenas, los escuchábamos en las noticias o salían a nuestra lado en una revista rosa... pero ellos, unas personas casi "Amish" debido a que pasaban el día con las cabezas entre papeles de canciones, guitarras, estudios o aviones y nunca veían la televisión ... eso sí que era raro. -Vaya... gracias?.- Respondí de forma tonta soltando una sonrisa, realmente no sabía que decir en esa situación, no le iba a explicar el por qué me sorprendía tanto, pero me había quedado con la mosca detrás de la oreja, como solían decir vulgarmente.
El chico se agachó a comprobar que si era su maleta y, al soltar la risa al ver la comida de gato presupuse que sabía que había rebuscado en su maleta, por lo que me mordí el labio inferior y me quedé observándolo, a la espera de que él si que me reclamase algo, pero ya estaba preparada mentalmente, él ya había admitido que había removido en mi maleta y eso me dejaba un paso por delante de él pues tenía con qué empezar a gritar si él tenía ganas de pelea. Él se reincorporó con una sonrisa y yo puse cara de poker, en el caso de que me riñese, no le iba a recibir con una sonrisa, y en el caso en que fuesen paranoyas mías, alomejor no notaba las estupideces que se pasaban por mi mano. Y al parecer, fué la segunda opción, comentó algo de una coincidencia y sonreí ampliamente asintiendo con la cabeza.
"He venido en Taxi, aun no me conozco esto y, me he comrpado una cocacola" Al oir esas palabras no pude evitar estallar en una jocosa carcajada -Oh... te has comprado una cocacola? son muy complicadas de encontrar.- Comenté mientras me reía, no lo hacía con malicia, pero el poco sentido de esa frase, que se notaba que era el inicio de algo,así que cuando ví que se itentó explicar, pedí perdón alzando la mano y diciendo un escueto "ya me callo".
Lo siguiente que me ofreció hizo que mi risa frenase en seco... por el vacile que había hecho sobre que no era amigable? no... porque me aprecía casi irreal que una persona a la que escuchaba y veía en la televisión me estaba invitando a tomar algo, por una mera equivocación de maleta -Bueno... si me lo pides así, creo que sí, me harías un gran favor sacándome de aquí...- Me acerqué un poco a él poniéndome el dorso de la mano derecha en la mejilla izquierda como quien quiere decir un secreto -Creo que por aquí piden mi cabeza.- Le susurré con una sonrisa divertida mientras agarraba mi maleta y observaba de nuevo al chico de arriba a abajo... enserio era Tom Fletcher?
-Oh... no te preocupes, porfavor, es normal... este tipo de situaciones sacan de quicio a todo el mundo.- Le respondí restándole importancia al asunto, ya de pié, encogiéndome de hombros y apartándome el flequillo de la cara.
Después de eso él pareció sorprendido por que le conociese, cosa que solo acentuó un poco más mi vergüenza a la vez que algo me impulsaba a pensar que estaba sonrojándome, cosa que me parecía aun más incómodo, por lo que carraspeé y me miré las uñas. Siempre se solía decir que cuando no tienes más salidas, tanto en una pelea como en una situación incómoda, nos resignábamos al infantil comportamiento de insultar el físico de los demás, o por lo contrario, nos fijábamos o interactuábamos con el nuestro propio para ocultar ciertos rasgos o puntos... justo lo que estaba haciendo yo ahora.
Y, por si fuese poco, luego él dijo mi nombre. Que los famosos se ocnociesen entre si no era tan raro, incluso los actores podían conocer a los cantantes... pero que los cantantes conociesen a los actores? eso era insólito. Nosotros podíamos conocer a todos, a veces sus canciones entraban en los montajes de nuestras escenas, los escuchábamos en las noticias o salían a nuestra lado en una revista rosa... pero ellos, unas personas casi "Amish" debido a que pasaban el día con las cabezas entre papeles de canciones, guitarras, estudios o aviones y nunca veían la televisión ... eso sí que era raro. -Vaya... gracias?.- Respondí de forma tonta soltando una sonrisa, realmente no sabía que decir en esa situación, no le iba a explicar el por qué me sorprendía tanto, pero me había quedado con la mosca detrás de la oreja, como solían decir vulgarmente.
El chico se agachó a comprobar que si era su maleta y, al soltar la risa al ver la comida de gato presupuse que sabía que había rebuscado en su maleta, por lo que me mordí el labio inferior y me quedé observándolo, a la espera de que él si que me reclamase algo, pero ya estaba preparada mentalmente, él ya había admitido que había removido en mi maleta y eso me dejaba un paso por delante de él pues tenía con qué empezar a gritar si él tenía ganas de pelea. Él se reincorporó con una sonrisa y yo puse cara de poker, en el caso de que me riñese, no le iba a recibir con una sonrisa, y en el caso en que fuesen paranoyas mías, alomejor no notaba las estupideces que se pasaban por mi mano. Y al parecer, fué la segunda opción, comentó algo de una coincidencia y sonreí ampliamente asintiendo con la cabeza.
"He venido en Taxi, aun no me conozco esto y, me he comrpado una cocacola" Al oir esas palabras no pude evitar estallar en una jocosa carcajada -Oh... te has comprado una cocacola? son muy complicadas de encontrar.- Comenté mientras me reía, no lo hacía con malicia, pero el poco sentido de esa frase, que se notaba que era el inicio de algo,así que cuando ví que se itentó explicar, pedí perdón alzando la mano y diciendo un escueto "ya me callo".
Lo siguiente que me ofreció hizo que mi risa frenase en seco... por el vacile que había hecho sobre que no era amigable? no... porque me aprecía casi irreal que una persona a la que escuchaba y veía en la televisión me estaba invitando a tomar algo, por una mera equivocación de maleta -Bueno... si me lo pides así, creo que sí, me harías un gran favor sacándome de aquí...- Me acerqué un poco a él poniéndome el dorso de la mano derecha en la mejilla izquierda como quien quiere decir un secreto -Creo que por aquí piden mi cabeza.- Le susurré con una sonrisa divertida mientras agarraba mi maleta y observaba de nuevo al chico de arriba a abajo... enserio era Tom Fletcher?
Re: No lo entiende? mi maleta no lleva comida para gatos! [Tom]
Al principio Leighton se tomó... ¿como broma? mi propuesta, pero no me extrañó. Si los demás estuvieran allí ahora me darían alguna colleja que otra por tratar así a una chica, pero oye... Tampoco veía la situación como para saludar secamente con la cabeza, agacharla e irme a casa a meterme cuan marmota en la cama otra vez... Además, parecía amable, no perdía nada y... Seguramente me envidiarían al contarles esta sorprenderte "experiencia" de equipajes.
Me rasqué la nuca algo avergonzado, riendo entre dientes junto a ella hasta que hizo un pequeño gesto de que se callaría y pareció aceptar.
Sonreí, dirigiendo la mirada hacia la cola en la que habíamos estado minutos antes quejándonos por el pésimo servicio del aeropuerto.
-Creo que la "potentorra" del mostrador -y me refería a la dependienta choni con papada de escándalo, nótese la ironía, por supuesto- también quiere la mía, y dudo mucho que sea para ponerme los kilos de maquillaje que lleva ella encima, precisamente -bromeé, habiendo imitado su gesto, ésta vez acercándome a su oído yo de forma confidencial-. Me pondría de rodillas para suplicarte que aceptaras mi propuesta, pero, al parecer, ambos estamos deseando salir pitando de aquí así que... Con esos tacones te echaría una carrera, pero seré un caballero y te ofrezco a que hagas tú los honores -haciendo un gesto con mi brazo, caballeroso y gentil, la invité a pasar por mi lado hacia la salida. Aquello me recordó más a un mayordomo que abría el taxi de una doncella a un intento bufonesco de parecer un chico educado pero bromista al mismo tiempo, así que no pude evitar sonreír para mí mismo, ampliamente, de lado.
La seguí hasta la salida en silencio, pues no sabía muy bien de qué hablar con ella. Podría hablarle de la crisis, pero dadas las ropas de Dior, Dolce&Gabanna y el bolso de Louis Voitton... probablemente ni la notaba.
Anduvimos hasta la salida, y, una vez dentro, sentí que el sol de la mañana era tan intenso que en el resto del día, que tuve la necesidad de ponerme las gafas cuan vampiro. Al ponérmelas, bufé. Mandaba cojones... Quién me diría a mí de levantarme tan temprano...
Por una parte lo agradecía, había venido sólo para encontrarme con menos cola y quitarme el muerto de encima, pero me había salido bien: me había encontrado con la chica guapa que aguardaba en la cafetería con MI maleta. Pero por otra parte...
Debería de ser delito permitir que me levantara a esa hora. Mientras la gravedad y la fuerza de la naturaleza me tiraba para quedarme en mi cama, alguien de allí arriba, seguramente la mandona de mi difunta abuela, que siempre me hacía madrugar, la estaba pagando conmigo.
Ladeé la cabeza para mirar a Leighton, que parecía ir bastante callada al igual que yo, y me pregunté en qué estaría pensando. A esas alturas ya... lo de los gatos me daba igual. Tenía bastantes, no me había conformado jamás con uno... Y hasta Kaya la misma me hacía considerarme a mí mismo que parecía un obseso.
Carraspeé, intentando romper el hielo.
-Se me hace un poco raro encontrarme contigo aquí. ¿No es... Nueva York... tu cuna, por así decirlo? -murmuré.
Sí, tal vez era algo raro que... no sé. Que yo, y no por ser quien era, viera su serie, que, con perdón, era mayormente para chicas. Yo, que prefería tirarme al sofá a ver una buena serie a lo Perdidos, el clásico CSI... O simplemente ponerme pelis Disney, Star Wars o Harry Potter... estaba dando a entender que había visto Gossip Girl. La verdad no me importaba admitirlo, no al menos delante de ella, que, además, para ella tendría que ser un halago, espero. Y, había dicho eso precisamente porque, siendo Nueva York donde transcurría la trama, tendría que pasar mucho tiempo allí. ¿No?
Me rasqué la nuca algo avergonzado, riendo entre dientes junto a ella hasta que hizo un pequeño gesto de que se callaría y pareció aceptar.
Sonreí, dirigiendo la mirada hacia la cola en la que habíamos estado minutos antes quejándonos por el pésimo servicio del aeropuerto.
-Creo que la "potentorra" del mostrador -y me refería a la dependienta choni con papada de escándalo, nótese la ironía, por supuesto- también quiere la mía, y dudo mucho que sea para ponerme los kilos de maquillaje que lleva ella encima, precisamente -bromeé, habiendo imitado su gesto, ésta vez acercándome a su oído yo de forma confidencial-. Me pondría de rodillas para suplicarte que aceptaras mi propuesta, pero, al parecer, ambos estamos deseando salir pitando de aquí así que... Con esos tacones te echaría una carrera, pero seré un caballero y te ofrezco a que hagas tú los honores -haciendo un gesto con mi brazo, caballeroso y gentil, la invité a pasar por mi lado hacia la salida. Aquello me recordó más a un mayordomo que abría el taxi de una doncella a un intento bufonesco de parecer un chico educado pero bromista al mismo tiempo, así que no pude evitar sonreír para mí mismo, ampliamente, de lado.
La seguí hasta la salida en silencio, pues no sabía muy bien de qué hablar con ella. Podría hablarle de la crisis, pero dadas las ropas de Dior, Dolce&Gabanna y el bolso de Louis Voitton... probablemente ni la notaba.
Anduvimos hasta la salida, y, una vez dentro, sentí que el sol de la mañana era tan intenso que en el resto del día, que tuve la necesidad de ponerme las gafas cuan vampiro. Al ponérmelas, bufé. Mandaba cojones... Quién me diría a mí de levantarme tan temprano...
Por una parte lo agradecía, había venido sólo para encontrarme con menos cola y quitarme el muerto de encima, pero me había salido bien: me había encontrado con la chica guapa que aguardaba en la cafetería con MI maleta. Pero por otra parte...
Debería de ser delito permitir que me levantara a esa hora. Mientras la gravedad y la fuerza de la naturaleza me tiraba para quedarme en mi cama, alguien de allí arriba, seguramente la mandona de mi difunta abuela, que siempre me hacía madrugar, la estaba pagando conmigo.
Ladeé la cabeza para mirar a Leighton, que parecía ir bastante callada al igual que yo, y me pregunté en qué estaría pensando. A esas alturas ya... lo de los gatos me daba igual. Tenía bastantes, no me había conformado jamás con uno... Y hasta Kaya la misma me hacía considerarme a mí mismo que parecía un obseso.
Carraspeé, intentando romper el hielo.
-Se me hace un poco raro encontrarme contigo aquí. ¿No es... Nueva York... tu cuna, por así decirlo? -murmuré.
Sí, tal vez era algo raro que... no sé. Que yo, y no por ser quien era, viera su serie, que, con perdón, era mayormente para chicas. Yo, que prefería tirarme al sofá a ver una buena serie a lo Perdidos, el clásico CSI... O simplemente ponerme pelis Disney, Star Wars o Harry Potter... estaba dando a entender que había visto Gossip Girl. La verdad no me importaba admitirlo, no al menos delante de ella, que, además, para ella tendría que ser un halago, espero. Y, había dicho eso precisamente porque, siendo Nueva York donde transcurría la trama, tendría que pasar mucho tiempo allí. ¿No?
Re: No lo entiende? mi maleta no lleva comida para gatos! [Tom]
"Gracias Mary" fué lo primero que pensé al verle sonreir de forma tímida mientras yo intentaba parar de reir por su comentario de "he comprado una cocacola". Hasta ahora, de Mcfly, solo conocía sus útimas canciones. En España en el hormiguero, en las radios, en los canales de música y, como mencioné anteriormente, en las revistas al lado de reportajes de moda. Y hoy, gracias a mi vaga y dormilona asistente, me estaba riendo a punto de aceptar la invitación de uno de ellos, uno en persona. Sé que eran famosos como otros cualquiera, incluso no tanto como Madona o Michael Jackson, pero me estaba invadiendo un constante sonrojo, obviamente por las ridiculeces que estaba diciendo desde las 8 de la mañana con una maleta agena en mano y una alegría recién despierta que estaba aumentando a cada frase que él y yo intercambiábamos.
Tom... bueno... tom Fletcher... como debía llamarlo en mi cabeza si nos acabábamos de conocer? enfín... el chico rubio de Mcfly se acercó a mí diciendo que "la potentorra" también quería la suya, por lo que agarré la maleta mientras él hablaba de nuevo e iba a comenzar a andar pero al oir que se pondría de rodillas para pedírmelo arqueé una ceja sonriendo incrédula y mirando hacia el suelo automáticamente, auqnue recobrando mi compostura enseguida mientras soltaba una risotada cómplice? -Enserio? bueno... pensándolo bien, no se está tan mal entre las masas furiosas...- Dije aun con la ceja arqueada y una cara provocativa, aunque luego negué con la cabeza, para indicar que se trataba de una broma. Si yo, Leighton Meester, hacía arrodillar a Tom Fletcher el de Mcfly, además de un "no te vuelvo a ver en la vida" seguro, me ganaría una mala impresión, y eso, como siempre, no lo podía permitir.
-Vaya, gracias caballero.- Sonreí al ver su gesto gracioso de mayordomo con una media sonrisa mientras comenzaba a caminar. Por el camino, y mientras él me seguía como si yo realmente pudiese guiarle, me preguntaba qué tipo de conversaciones o de roturas de hielo podría haber posibles sin cagadas con un cantante/guitarrista de un grupo de pop... o rock... qué género era? increible, le escuchaba sin saber ni de que tipo eran sus canciones "Así te va por ese mundo Leigh" me dige a mí misma mientras sonreía con sarcasmo. Al llegar a la salida, un enorme haz de luz me obligó a fruncir el ceño y entrecerrar los ojos, poniéndome en posición militar para poder ver algo... es decir, con la mano delante de la frente.
Al carraspear él, volví al mundo real por así decirlo, pues no me había dado cuenta de que me había apsado todo el camino pensando en el tema y la música, y al final no había dicho absolutamente nada, me giré hacia él con intención de preguntarle lo primero que se me apsase por la cabeza, pero por fortuna, él se me adelantó.
Su pregunta me pilló realmente desprevenida, y esque si algo había aprendido hoy del chico de Mcfly, es que nunca sabías con qué te iba a sorprender, con una frase de una película de comedia romántica, sabiendo tu nombre, e incluso tu ciudad -Sabes donde vivía?.- Fruncí el ceño un tanto sorprendida, aunque luego sonreí un poco más al no sentirme tan anónima -Bueno si... era, Nueva York, pero no sé... es una de esas ideas tontas que necesitas de renovarte, cambiar de aires... ya sabes, y bueno, por un motivo u otro tengo un apartamento nuevo en Los Ángeles el cual no usaré durante semanas enteras cuando tenga rodaje allí.- Dije riéndome sintiéndome un poco tonta la verdad, quien dejaba la ciudad en la que tenía su trabajo para irse por puro placer y un impulso loco? solía ser al revés claramente...
-Y tú? cuánto tiempo llevas aquí? es tu pais natal o estás de gira?.- Pregunté por devolverle la pelota
Tom... bueno... tom Fletcher... como debía llamarlo en mi cabeza si nos acabábamos de conocer? enfín... el chico rubio de Mcfly se acercó a mí diciendo que "la potentorra" también quería la suya, por lo que agarré la maleta mientras él hablaba de nuevo e iba a comenzar a andar pero al oir que se pondría de rodillas para pedírmelo arqueé una ceja sonriendo incrédula y mirando hacia el suelo automáticamente, auqnue recobrando mi compostura enseguida mientras soltaba una risotada cómplice? -Enserio? bueno... pensándolo bien, no se está tan mal entre las masas furiosas...- Dije aun con la ceja arqueada y una cara provocativa, aunque luego negué con la cabeza, para indicar que se trataba de una broma. Si yo, Leighton Meester, hacía arrodillar a Tom Fletcher el de Mcfly, además de un "no te vuelvo a ver en la vida" seguro, me ganaría una mala impresión, y eso, como siempre, no lo podía permitir.
-Vaya, gracias caballero.- Sonreí al ver su gesto gracioso de mayordomo con una media sonrisa mientras comenzaba a caminar. Por el camino, y mientras él me seguía como si yo realmente pudiese guiarle, me preguntaba qué tipo de conversaciones o de roturas de hielo podría haber posibles sin cagadas con un cantante/guitarrista de un grupo de pop... o rock... qué género era? increible, le escuchaba sin saber ni de que tipo eran sus canciones "Así te va por ese mundo Leigh" me dige a mí misma mientras sonreía con sarcasmo. Al llegar a la salida, un enorme haz de luz me obligó a fruncir el ceño y entrecerrar los ojos, poniéndome en posición militar para poder ver algo... es decir, con la mano delante de la frente.
Al carraspear él, volví al mundo real por así decirlo, pues no me había dado cuenta de que me había apsado todo el camino pensando en el tema y la música, y al final no había dicho absolutamente nada, me giré hacia él con intención de preguntarle lo primero que se me apsase por la cabeza, pero por fortuna, él se me adelantó.
Su pregunta me pilló realmente desprevenida, y esque si algo había aprendido hoy del chico de Mcfly, es que nunca sabías con qué te iba a sorprender, con una frase de una película de comedia romántica, sabiendo tu nombre, e incluso tu ciudad -Sabes donde vivía?.- Fruncí el ceño un tanto sorprendida, aunque luego sonreí un poco más al no sentirme tan anónima -Bueno si... era, Nueva York, pero no sé... es una de esas ideas tontas que necesitas de renovarte, cambiar de aires... ya sabes, y bueno, por un motivo u otro tengo un apartamento nuevo en Los Ángeles el cual no usaré durante semanas enteras cuando tenga rodaje allí.- Dije riéndome sintiéndome un poco tonta la verdad, quien dejaba la ciudad en la que tenía su trabajo para irse por puro placer y un impulso loco? solía ser al revés claramente...
-Y tú? cuánto tiempo llevas aquí? es tu pais natal o estás de gira?.- Pregunté por devolverle la pelota
Re: No lo entiende? mi maleta no lleva comida para gatos! [Tom]
Caminamos durante un momento sin pausa, pero no tan callados como cuando salíamos de la terminal.
La verdad es que no tenía ni idea de adónde íbamos, y no es que pareciera que ella también lo supiera... Dudaba en que se conociera la ciudad, pero cuando había ofrecido a que ella fuera por delante -no literalmente, sino hablando como guía-, no se había negado. Tal vez su sentido de la orientación iba disminuyendo. Y no es que yo no tuviera uno, pero había venido a cuatro ruedas y ahora volvía a dos patas por una ruta que no había visto ni en pintura.
A pesar de mi desconfianza respecto al camino que habíamos tomado, me tranquilizó el pensar que veía casas y parques apareciendo en el horizonte. Esperaba que de aquí a aquella esquina de allá comenzara a escuchar tráfico, bicicletas o personas, o ver gaviotas volando hacia la costa.
A Leighton pareció sorprenderla que supiera dónde vivía. ¿Qué pinta estaría cogiendo ahora de mí? Madre mía, igual pensaba que era un acosador o un obseso de esos que sabía todo sobre sus ídolos, que me había leído mil veces los tweets que había twitteado ella hoy o que me sabía su página de Wikipedia de memoria...
-Hombre, puesto que la serie transcurre en Nueva York, muy lejos no tendrías que vivir, ¿no? -no era una pregunta aunque sonara como tal, pero a veces o me las pasaba de listo o, en aquel caso, no tenía una voz más de tonto porque no me entrenaba-. Aja, te entiendo... Aunque pasarse de la nieve en invierno que debe de haber por allá a la derecha, a un clima tan caluroso... A veces me hace pensar que estoy en Julio o en principios de Agosto -bromeé-. Yo... Bueno. Hay una larga historia de cuatro chicos tras la decisión de mudarse aquí -dije, sin saber muy bien cómo empezar. El hundimiento de Dougie, el mío, las puertas abiertas a la música internacional...-. Llevamos poco, no podría llegar ni a las dos semanas. Y... no. California no es mi país natal. Bueno, país... Estado, ya sabes. Yo soy londinense, podría decirte casi al cien por cien, pero nunca sabes de dónde vienes en sí -teniendo en cuenta que todos venimos de unos antepasados en común... Ay, Tom, qué ocurrencias más frikis tienes a veces, por muy reales y científicas que sean...-. Tampoco estamos de gira... Sólo que... Bueno, puesto que poco a poco vamos... -no quería decir la palabra comercializar, pero así era. En cierto modo la gente decía que habíamos crecido, y era cierto, habíamos crecido... profesionalmente, pero el alma de McFly siempre seguiría en nuestros acordes de guitarra y en nuestros comienzos e ilusiones de hace varios años... Habíamos sustituido muchas cosas por la electrónica, y aunque para algunos no fuera de su gusto, para el nuestro era la oportunidad de ser alguien, aunque yo sólo aspiraba a vivir de la música- ...haciéndonos más conocidos, barajeamos la idea de mudarnos al otro lado del charco. Creo que acepté demasiado rápido sin pensarlo en frío, la verdad, pero me convenía alejarme de lo que un día fue todo para mí -Giovanna... Al recordar su nombre me vinieron calurosos recuerdos a la cabeza. Sí, supongo que tal vez me precipité al venir aquí a vivir con los demás, pero éramos un grupo, y si esto era bueno para el nuestro, haría lo que fuera por McFly. La relación rota está como prueba... Ahora mismo me preguntaba qué estaría haciendo ella... O con quién estaría... Pensándolo bien, no quería ni saberlo, tal vez por eso me quedé mirando a Leighton fijamente, a la espera de que contestara con rapidez haciéndome alguna otra pregunta, o contándome alguna anécdota.
La verdad es que no tenía ni idea de adónde íbamos, y no es que pareciera que ella también lo supiera... Dudaba en que se conociera la ciudad, pero cuando había ofrecido a que ella fuera por delante -no literalmente, sino hablando como guía-, no se había negado. Tal vez su sentido de la orientación iba disminuyendo. Y no es que yo no tuviera uno, pero había venido a cuatro ruedas y ahora volvía a dos patas por una ruta que no había visto ni en pintura.
A pesar de mi desconfianza respecto al camino que habíamos tomado, me tranquilizó el pensar que veía casas y parques apareciendo en el horizonte. Esperaba que de aquí a aquella esquina de allá comenzara a escuchar tráfico, bicicletas o personas, o ver gaviotas volando hacia la costa.
A Leighton pareció sorprenderla que supiera dónde vivía. ¿Qué pinta estaría cogiendo ahora de mí? Madre mía, igual pensaba que era un acosador o un obseso de esos que sabía todo sobre sus ídolos, que me había leído mil veces los tweets que había twitteado ella hoy o que me sabía su página de Wikipedia de memoria...
-Hombre, puesto que la serie transcurre en Nueva York, muy lejos no tendrías que vivir, ¿no? -no era una pregunta aunque sonara como tal, pero a veces o me las pasaba de listo o, en aquel caso, no tenía una voz más de tonto porque no me entrenaba-. Aja, te entiendo... Aunque pasarse de la nieve en invierno que debe de haber por allá a la derecha, a un clima tan caluroso... A veces me hace pensar que estoy en Julio o en principios de Agosto -bromeé-. Yo... Bueno. Hay una larga historia de cuatro chicos tras la decisión de mudarse aquí -dije, sin saber muy bien cómo empezar. El hundimiento de Dougie, el mío, las puertas abiertas a la música internacional...-. Llevamos poco, no podría llegar ni a las dos semanas. Y... no. California no es mi país natal. Bueno, país... Estado, ya sabes. Yo soy londinense, podría decirte casi al cien por cien, pero nunca sabes de dónde vienes en sí -teniendo en cuenta que todos venimos de unos antepasados en común... Ay, Tom, qué ocurrencias más frikis tienes a veces, por muy reales y científicas que sean...-. Tampoco estamos de gira... Sólo que... Bueno, puesto que poco a poco vamos... -no quería decir la palabra comercializar, pero así era. En cierto modo la gente decía que habíamos crecido, y era cierto, habíamos crecido... profesionalmente, pero el alma de McFly siempre seguiría en nuestros acordes de guitarra y en nuestros comienzos e ilusiones de hace varios años... Habíamos sustituido muchas cosas por la electrónica, y aunque para algunos no fuera de su gusto, para el nuestro era la oportunidad de ser alguien, aunque yo sólo aspiraba a vivir de la música- ...haciéndonos más conocidos, barajeamos la idea de mudarnos al otro lado del charco. Creo que acepté demasiado rápido sin pensarlo en frío, la verdad, pero me convenía alejarme de lo que un día fue todo para mí -Giovanna... Al recordar su nombre me vinieron calurosos recuerdos a la cabeza. Sí, supongo que tal vez me precipité al venir aquí a vivir con los demás, pero éramos un grupo, y si esto era bueno para el nuestro, haría lo que fuera por McFly. La relación rota está como prueba... Ahora mismo me preguntaba qué estaría haciendo ella... O con quién estaría... Pensándolo bien, no quería ni saberlo, tal vez por eso me quedé mirando a Leighton fijamente, a la espera de que contestara con rapidez haciéndome alguna otra pregunta, o contándome alguna anécdota.
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