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Una gata se me ha escapado de sus aposentos (Kaya)
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Una gata se me ha escapado de sus aposentos (Kaya)
Aquella soleada y calurosa mañana de invierno -bastante poco común en mi Londres natal- había decidido sacar las cosas del coche que no había subido a mi habitación en nuestra nueva casa.
Como no tenía una copia de la llave -como no me habían abierto mi nueva casa en el foro, mejor dicho xD-, me había quedado a las nueve de la mañana, hora en la que me había levantado por no estar acostumbrado a esto del cambio de horario, sin poder entrar dentro.
Las cajas que ocupaban los asientos y el maletero del coche estaban ahora tiradas por el césped del jardín. Tapadas con celo y pintadas con edding para saber qué había dentro, esperaba con ansias de que alguno de estos imbéciles -desde el cariño, que quede claro-, a los que consideraba mis mejores amigos, despertaran.
Tenía la puerta del maletero abierta porque había entrado por ella. En aquel mismo momento estaba metido dentro, tumbado a la bartola con la espalda apoyada en el respaldo del asiento que había recolocado una vez haber sacado los trastos de allí.
Había encontrado hasta mi PSP, que no sabía dónde la había metido. Recordaba haber estado buscándola para entretenerme en el viaje a Los Ángeles, pero no había tenido éxito, porque no sabía dónde narices estaba... Ahora ya lo sabía, en el fondo de la caja de "cables y cargadores" en una de las fundas de silicona y entre CDs y CDs de juegos para las consolas que nos habíamos traído: la Xbox, la PS3, la PSP, la Wii... Hasta jugos para la Nintendo DS, Gameboy, GameCube y mi vieja Nintendo NES que aún seguía viva. Madre mía, tendría que darme una buena viciada a Super Mario.
Jak and Daxter en la consola con la radio de fondo, los rayos de sol entrando por la ventanilla del techo hasta producirme calor en los ojos... Aquello era vida. No recordaba haberme sentido más relajado en los pocos días que llevábamos en Los Ángeles. Había sido un estrés constante. La tensión producida porque no apareciera mi maleta al bajar del avión, la mudanza, el elegir los colores para mi habitación, los gatos maullando y pidiendo mimos... Sería la luna llena, pero había estado más FFFUUUU que nunca. Pero ahora que estaba allí, aprovechando la mañana entre comillas, pues lo que hacía no era muy productivo -podía haberme puesto a jugar con las figuras de coleccionista, pero eso ya habría sido excesivo y bochornoso si alguna madre paseando al perro me viera tan motivado-, nada más que jugar a uno de mis juegos favoritos. Uhuhu... Cuando saliera el Kingdom Hearts para la Play3... No saldría en un día entero hasta que me lo pasara.
La música estaba a todo volumen; alto, pero lo justo y lo necesario para que no molestara a los vecinos. En aquel mismo momento se reproducía la emisión de una radio local. No sabría decir cual era porque yo no sabía mucho más que las emisiones inglesas. Tras haber estado buscando y haber encontrado sin éxito canales en los que hablaban de tráfico y política, conseguí por fin poner algo de música, y, en aquel momento, mientras anunciaban la próxima canción, yo me preparaba inconscientemente para cantar Billionaire nada más empezara la letra.
-Oh, everytime I close my eyes, I see my name in shiny lights... A different city every night, oh, I swear, the world better prepare for when I'm a Billionaire!
Como no tenía una copia de la llave -como no me habían abierto mi nueva casa en el foro, mejor dicho xD-, me había quedado a las nueve de la mañana, hora en la que me había levantado por no estar acostumbrado a esto del cambio de horario, sin poder entrar dentro.
Las cajas que ocupaban los asientos y el maletero del coche estaban ahora tiradas por el césped del jardín. Tapadas con celo y pintadas con edding para saber qué había dentro, esperaba con ansias de que alguno de estos imbéciles -desde el cariño, que quede claro-, a los que consideraba mis mejores amigos, despertaran.
Tenía la puerta del maletero abierta porque había entrado por ella. En aquel mismo momento estaba metido dentro, tumbado a la bartola con la espalda apoyada en el respaldo del asiento que había recolocado una vez haber sacado los trastos de allí.
Había encontrado hasta mi PSP, que no sabía dónde la había metido. Recordaba haber estado buscándola para entretenerme en el viaje a Los Ángeles, pero no había tenido éxito, porque no sabía dónde narices estaba... Ahora ya lo sabía, en el fondo de la caja de "cables y cargadores" en una de las fundas de silicona y entre CDs y CDs de juegos para las consolas que nos habíamos traído: la Xbox, la PS3, la PSP, la Wii... Hasta jugos para la Nintendo DS, Gameboy, GameCube y mi vieja Nintendo NES que aún seguía viva. Madre mía, tendría que darme una buena viciada a Super Mario.
Jak and Daxter en la consola con la radio de fondo, los rayos de sol entrando por la ventanilla del techo hasta producirme calor en los ojos... Aquello era vida. No recordaba haberme sentido más relajado en los pocos días que llevábamos en Los Ángeles. Había sido un estrés constante. La tensión producida porque no apareciera mi maleta al bajar del avión, la mudanza, el elegir los colores para mi habitación, los gatos maullando y pidiendo mimos... Sería la luna llena, pero había estado más FFFUUUU que nunca. Pero ahora que estaba allí, aprovechando la mañana entre comillas, pues lo que hacía no era muy productivo -podía haberme puesto a jugar con las figuras de coleccionista, pero eso ya habría sido excesivo y bochornoso si alguna madre paseando al perro me viera tan motivado-, nada más que jugar a uno de mis juegos favoritos. Uhuhu... Cuando saliera el Kingdom Hearts para la Play3... No saldría en un día entero hasta que me lo pasara.
La música estaba a todo volumen; alto, pero lo justo y lo necesario para que no molestara a los vecinos. En aquel mismo momento se reproducía la emisión de una radio local. No sabría decir cual era porque yo no sabía mucho más que las emisiones inglesas. Tras haber estado buscando y haber encontrado sin éxito canales en los que hablaban de tráfico y política, conseguí por fin poner algo de música, y, en aquel momento, mientras anunciaban la próxima canción, yo me preparaba inconscientemente para cantar Billionaire nada más empezara la letra.
-Oh, everytime I close my eyes, I see my name in shiny lights... A different city every night, oh, I swear, the world better prepare for when I'm a Billionaire!
Re: Una gata se me ha escapado de sus aposentos (Kaya)
Antes de salir de casa, me había asomado por la ventana para comprobar si de verdad el tiempo estaba siendo tan bueno como la televisión había anunciado la noche anterior, mientras la veía adormilada en el sofá de la habitación.
Cuando volví al salon, vi la hora, y me tomé la molestia de malgastar dos minutos de mi vida para soltar lo primero que me venía a la cabeza sobre aquel maldito camión de la basura (?) que me había despertado a las 8:03 minutos, exactamente. Y mientras todas esas perlas salían de mi boca, abrí la puerta, y salí a la calle con una simple camiseta de manga corta.
Los rayos del sol me golpearon nada más hice presencia en la calle, provocando que mis ojos se enterecerrasen de manera inconsciente. Así se le daba la bienvenida a una buena e inocente -si, sobre todo inocente - señorita.
Comencé a caminar a un ritmo tranquilo, sin prisas. Al ritmo de los latidos de mi corazón, por ejemplo. Y durante un momento, en mi cabeza se superpuso la imagen exacta de lo que estaba viendo: la misma calle, las mismas casas... y sin embargo un gran autobús rojo pasaba por mi lado.
Sí, desde luego que echaba jodidamente de menos aquello.
Alcé la cabeza, y vi pasar un par de pájaros volando en la misma dirección que yo -pero yo sin volar, claro. Porque no, aun no tengo alas- con sus grandes alas extendidas. "Vuela vuela, pajarito".
Empecé a reirme, sin motivo aparente, cuando una señora que pasaba por mi lado me miraba como si estuviese loca. Sin darle la más mínima importancia, comencé a cantar una canción casi en susurros, cuando una voz que me resultó de lo más conocido se dejó oir en el ambiente. Al principio no fue más que un simple zumbido, pero a medida que me acercaba cada vez se hacía más audible. ¿En serio era él?
En silencio, me giré hasta encontrarme un coche de cuyo maletero sobresalían dos piernas. Observé atentamente todo el ajetreo que había montado en el jardín de detrás, cuando alcancé a leer lo que ponía en una de las cajas: "Colección Disney" FRAGIL. (Y esto en letras bien grandes, negras. Que sobresaltaban a primera vista, vamos).
Sí, desde luego que sólo podía ser él. En ese momento, me acerqué hasta el coche lentamente (aunque no hubiese sido nada extraño el acercarme hasta él haciendo extraños movimientos, cual cabra en el monte. Era simplemente por la emoción del momento, que tenía que ser una sorpresa).
Y me dejé caer justo a su lado, acompañándole en la canción que con tanto énfasis cantaba-
-Yeah I would have a show like Oprah, I would be the host of, everyday Christmas, give Travie a wish list. I’d probably pull an Angelina and Brad Pitt, and adopt a bunch of babies that ain’t never had crap. - miré a ese rubito jugando con la PSP, con una inocente sonrisa en los labios. -MEOW.- maullé, con un tono divertido en mi voz. Cuánto le había echado de menos, al capullo este.
Cuando volví al salon, vi la hora, y me tomé la molestia de malgastar dos minutos de mi vida para soltar lo primero que me venía a la cabeza sobre aquel maldito camión de la basura (?) que me había despertado a las 8:03 minutos, exactamente. Y mientras todas esas perlas salían de mi boca, abrí la puerta, y salí a la calle con una simple camiseta de manga corta.
Los rayos del sol me golpearon nada más hice presencia en la calle, provocando que mis ojos se enterecerrasen de manera inconsciente. Así se le daba la bienvenida a una buena e inocente -si, sobre todo inocente - señorita.
Comencé a caminar a un ritmo tranquilo, sin prisas. Al ritmo de los latidos de mi corazón, por ejemplo. Y durante un momento, en mi cabeza se superpuso la imagen exacta de lo que estaba viendo: la misma calle, las mismas casas... y sin embargo un gran autobús rojo pasaba por mi lado.
Sí, desde luego que echaba jodidamente de menos aquello.
Alcé la cabeza, y vi pasar un par de pájaros volando en la misma dirección que yo -pero yo sin volar, claro. Porque no, aun no tengo alas- con sus grandes alas extendidas. "Vuela vuela, pajarito".
Empecé a reirme, sin motivo aparente, cuando una señora que pasaba por mi lado me miraba como si estuviese loca. Sin darle la más mínima importancia, comencé a cantar una canción casi en susurros, cuando una voz que me resultó de lo más conocido se dejó oir en el ambiente. Al principio no fue más que un simple zumbido, pero a medida que me acercaba cada vez se hacía más audible. ¿En serio era él?
En silencio, me giré hasta encontrarme un coche de cuyo maletero sobresalían dos piernas. Observé atentamente todo el ajetreo que había montado en el jardín de detrás, cuando alcancé a leer lo que ponía en una de las cajas: "Colección Disney" FRAGIL. (Y esto en letras bien grandes, negras. Que sobresaltaban a primera vista, vamos).
Sí, desde luego que sólo podía ser él. En ese momento, me acerqué hasta el coche lentamente (aunque no hubiese sido nada extraño el acercarme hasta él haciendo extraños movimientos, cual cabra en el monte. Era simplemente por la emoción del momento, que tenía que ser una sorpresa).
Y me dejé caer justo a su lado, acompañándole en la canción que con tanto énfasis cantaba-
-Yeah I would have a show like Oprah, I would be the host of, everyday Christmas, give Travie a wish list. I’d probably pull an Angelina and Brad Pitt, and adopt a bunch of babies that ain’t never had crap. - miré a ese rubito jugando con la PSP, con una inocente sonrisa en los labios. -MEOW.- maullé, con un tono divertido en mi voz. Cuánto le había echado de menos, al capullo este.
Re: Una gata se me ha escapado de sus aposentos (Kaya)
De imprevisto, mientras tan entretenido estaba yo a lo mío, viendo las escenas de un juego que me había pasado como cien veces, escuché una segunda voz que seguía cantando la canción de la radio, sólo que no era una voz masculina, como me hubiera esperado la de Danny, Dougie o Harry, por ejemplo. Fue una voz que reconocí con facilidad y que me hizo esbozar una pequeña sonrisa. Era Kaya, que, aunque no fuera con nosotros, también se había mudado a Los Ángeles.
No pausé el juego, porque me daba exactamente lo mismo perderme un diálogo que sabía de memoria. La observé con la mayor naturalidad del mundo, como si fuera una más de las que viviera en nuestra ahora conjunta casa, así que en cierto modo no me sorprendió su llegada.
Asociaba McFly a una unida familia... Y ahora que teníamos un hogar en común, aún más. Kaya era como la nieta o sobrinita que visitaba de cuando en cuando a sus familiares, y siempre era bien recibida.
A mí me haría más amena la mañana sin duda alguna, en cierto modo, agradecí que apareciera de la nada.
Hasta que su voz no cesó de cantar, no dije nada, sólo la saludé con una sonrisa de medio lado, amplia como la sonrisa más sincera de un niño, y, cuando maulló, no pude evitar maullar yo también, escondiendo la cabeza bajo su brazo, acariciándola con ella como lo haría un gato.
-Meaw.
Kaya era la niña consentida que yo había sido para mi familia. Teníamos algunas cosas en común, pero era nuestra locura y nuestros espontáneos comentarios y actos lo que nos unía con una fuerte amistad cuya base era la locura, como lo era toda la relación de la banda. Apagué la PSP, tirándola sin preocupación al asiento al que estaba apoyado, para después llevar mis brazos a mi nuca, en modo cojín.
-Vaya, mira con lo que me he encontrado. Es una Kaya madrugadora, menuda sorpresa... Hablaría por mí, pero tenía cosas que hacer, aunque me he quedado colgado.
Sí, y es que a parte de tener una Kaya madrugadora a mi lado sentada en el coche, tenía a una gata que se había escapado en su jaula para jugar un rato con el tío Tom.
No pausé el juego, porque me daba exactamente lo mismo perderme un diálogo que sabía de memoria. La observé con la mayor naturalidad del mundo, como si fuera una más de las que viviera en nuestra ahora conjunta casa, así que en cierto modo no me sorprendió su llegada.
Asociaba McFly a una unida familia... Y ahora que teníamos un hogar en común, aún más. Kaya era como la nieta o sobrinita que visitaba de cuando en cuando a sus familiares, y siempre era bien recibida.
A mí me haría más amena la mañana sin duda alguna, en cierto modo, agradecí que apareciera de la nada.
Hasta que su voz no cesó de cantar, no dije nada, sólo la saludé con una sonrisa de medio lado, amplia como la sonrisa más sincera de un niño, y, cuando maulló, no pude evitar maullar yo también, escondiendo la cabeza bajo su brazo, acariciándola con ella como lo haría un gato.
-Meaw.
Kaya era la niña consentida que yo había sido para mi familia. Teníamos algunas cosas en común, pero era nuestra locura y nuestros espontáneos comentarios y actos lo que nos unía con una fuerte amistad cuya base era la locura, como lo era toda la relación de la banda. Apagué la PSP, tirándola sin preocupación al asiento al que estaba apoyado, para después llevar mis brazos a mi nuca, en modo cojín.
-Vaya, mira con lo que me he encontrado. Es una Kaya madrugadora, menuda sorpresa... Hablaría por mí, pero tenía cosas que hacer, aunque me he quedado colgado.
Sí, y es que a parte de tener una Kaya madrugadora a mi lado sentada en el coche, tenía a una gata que se había escapado en su jaula para jugar un rato con el tío Tom.
Re: Una gata se me ha escapado de sus aposentos (Kaya)
Cuando vi cómo apareció una pequeña sonrisa en la cara de Tom, supe que había hecho bien en acercarme hasta él. Siempre nos había gustado estar cerca. Cualquier persona podía sentirme completamente agusto si estaba con Tom, y por ese motivo podía pasarme horas y horas con su compañía. Ya fuese jugando con sus gatos, bailando encima de una cama, o viendo una película.
Me coloqué de lado, y pasé uno de mis brazos por encima suya, para darle un fuerte abrazo. Sin embargo, cuando acarició mi brazo con su cabeza un cosquilleo me recorrió entera, y una pequeña risa se escapó de mis labios. Sabía que cuando hacía eso, me hacía cosquillas. Y que yo con las cosquillas no podía.
- Dale las gracias al camión de la basura. Tendría que estar prohibido que pasase a estas horas de la mañana- sí, sabía que algún día me vengaría de ellos. Y estaba segura de que Tom me ayudaría. – Es más… podríamos ir hasta el vertedero, y apropiarnos de los camiones. Y que no pasasen nunca más. Seguro que Boody y Buzz nos ayudarían- murmuré, recordando la caja precintada que había visto antes.
Volví a girarme, esta vez quedando boca abajo, y dejando que mis mechones despeinados cayesen sobre mis hombros, pero aún así mi cara seguía quedando al descubierto, por lo que Tom aún podía mirarme perfectamente.
-¿Tom, por qué estás aquí fuera, y no metes todo eso?– pregunté con una ceja alzada, y echando una mirada de reojo a todas aquellas cajas. -¿Qué has hecho ya?- y sin embargo, sabía que no me sorprendería. Porque sería una de la suyas a las que me tenía constantemente acostumbrada.
Centré mi atención durante un momento en la radio, para saber qué cancion estaba sonando. Pero no la conocía. Aún así, comencé a mover mi cabeza ligeramente, de un lado para otro, al ritmo de la música. Arrugé la nariz, mientras volvía a mirar a Tom, y me apoyé sobre mis codos, de manera que así podía apoyar mi cabeza sobre la palma de mis manos. Si había algo que me gustaba de Tom, es que con él no tenía que cerrarme lo más mínimo.
Me coloqué de lado, y pasé uno de mis brazos por encima suya, para darle un fuerte abrazo. Sin embargo, cuando acarició mi brazo con su cabeza un cosquilleo me recorrió entera, y una pequeña risa se escapó de mis labios. Sabía que cuando hacía eso, me hacía cosquillas. Y que yo con las cosquillas no podía.
- Dale las gracias al camión de la basura. Tendría que estar prohibido que pasase a estas horas de la mañana- sí, sabía que algún día me vengaría de ellos. Y estaba segura de que Tom me ayudaría. – Es más… podríamos ir hasta el vertedero, y apropiarnos de los camiones. Y que no pasasen nunca más. Seguro que Boody y Buzz nos ayudarían- murmuré, recordando la caja precintada que había visto antes.
Volví a girarme, esta vez quedando boca abajo, y dejando que mis mechones despeinados cayesen sobre mis hombros, pero aún así mi cara seguía quedando al descubierto, por lo que Tom aún podía mirarme perfectamente.
-¿Tom, por qué estás aquí fuera, y no metes todo eso?– pregunté con una ceja alzada, y echando una mirada de reojo a todas aquellas cajas. -¿Qué has hecho ya?- y sin embargo, sabía que no me sorprendería. Porque sería una de la suyas a las que me tenía constantemente acostumbrada.
Centré mi atención durante un momento en la radio, para saber qué cancion estaba sonando. Pero no la conocía. Aún así, comencé a mover mi cabeza ligeramente, de un lado para otro, al ritmo de la música. Arrugé la nariz, mientras volvía a mirar a Tom, y me apoyé sobre mis codos, de manera que así podía apoyar mi cabeza sobre la palma de mis manos. Si había algo que me gustaba de Tom, es que con él no tenía que cerrarme lo más mínimo.
Re: Una gata se me ha escapado de sus aposentos (Kaya)
Estar allí tumbado sin hacer nada, sintiéndose tranquilo consigo mismo y acompañado por una persona a la que tenías aprecio era una de las pocas cosas agradables que había hecho en Los Ángeles.
Desde pintar una habitación cutremente con los colegas, hasta gastar bromas, o hasta pasar una tierna mañana soleada metido en un coche con Kaya.
-Sí, son unos cabrones, cobran mucho, trabajan cuando no hay nadie, y joden a los que están durmiendo. En mi casa siempre pasaban a la una de la mañana, el dichoso pitido me molestaba aunque estuviera en el ordenador. Algún día tendré que insonorizar la casa. Pero... ésta vez me han hecho un favor haciéndote venir aquí -dije guiñándole el ojo.
Llevé a mi boca uno de los cordones de la chaqueta azul marina que llevaba sobre mi camisa de cuadros azul clara y blanca, sonriendo y poniéndole caras a Kaya, como no sólo haciéndole burla, sino sin querer contarle lo idiota que era a veces.
¿Cómo decirlo...? Sí, verás, esto del reloj biológico no me deja dormir, comer ni cagar bien, así que me he levantado a hace como un rato y he dicho: '¡Hagamos algo productivo!', y me he puesto a bajar mis pertenencias de mi coche cuando me he dado cuenta de que...
-He salido de casa sin llaves, y no puedo entrar, así que tengo que esperar a que Dougay, Harry o Danny se despierten.
En resumidas cuentas, sí. Eso era lo que había pasado. ¿Que podía entrar por la puerta trasera? No. Tras varias noches haciendo el gilipollas, entrando y saliendo al jardín, que si vamos a hacer unos toques con el balón, que si hay corriente y he oído un portazo... No cerraba bien, así que la cerramos con llave tras un empujón violento para que los gatos ni los niños que ahora dormían plácidamente en sus camas, no salieran a la noche noctámbulos.
-Pero no importa -murmuré, con un ápice de diversión en mi voz, y un brillo de maldad en mis ojos, fingido o no... qué más dará, rodeé a Kaya por la cintura, acercándola a mí en un abrazo cariñoso pero en auqel momento teatral-, ya ves lo que se pierden por estar en la cama hasta tan tarde... Malditas marmotas... -inocentemente, y como si la cosa no tuviera nada que ver conmigo, miré hacia los lados como si no hubiera matado a una mosca, como si yo no fuera uno más que durmiera cada día hasta la una del mediodía...
Desde pintar una habitación cutremente con los colegas, hasta gastar bromas, o hasta pasar una tierna mañana soleada metido en un coche con Kaya.
-Sí, son unos cabrones, cobran mucho, trabajan cuando no hay nadie, y joden a los que están durmiendo. En mi casa siempre pasaban a la una de la mañana, el dichoso pitido me molestaba aunque estuviera en el ordenador. Algún día tendré que insonorizar la casa. Pero... ésta vez me han hecho un favor haciéndote venir aquí -dije guiñándole el ojo.
Llevé a mi boca uno de los cordones de la chaqueta azul marina que llevaba sobre mi camisa de cuadros azul clara y blanca, sonriendo y poniéndole caras a Kaya, como no sólo haciéndole burla, sino sin querer contarle lo idiota que era a veces.
¿Cómo decirlo...? Sí, verás, esto del reloj biológico no me deja dormir, comer ni cagar bien, así que me he levantado a hace como un rato y he dicho: '¡Hagamos algo productivo!', y me he puesto a bajar mis pertenencias de mi coche cuando me he dado cuenta de que...
-He salido de casa sin llaves, y no puedo entrar, así que tengo que esperar a que Dougay, Harry o Danny se despierten.
En resumidas cuentas, sí. Eso era lo que había pasado. ¿Que podía entrar por la puerta trasera? No. Tras varias noches haciendo el gilipollas, entrando y saliendo al jardín, que si vamos a hacer unos toques con el balón, que si hay corriente y he oído un portazo... No cerraba bien, así que la cerramos con llave tras un empujón violento para que los gatos ni los niños que ahora dormían plácidamente en sus camas, no salieran a la noche noctámbulos.
-Pero no importa -murmuré, con un ápice de diversión en mi voz, y un brillo de maldad en mis ojos, fingido o no... qué más dará, rodeé a Kaya por la cintura, acercándola a mí en un abrazo cariñoso pero en auqel momento teatral-, ya ves lo que se pierden por estar en la cama hasta tan tarde... Malditas marmotas... -inocentemente, y como si la cosa no tuviera nada que ver conmigo, miré hacia los lados como si no hubiera matado a una mosca, como si yo no fuera uno más que durmiera cada día hasta la una del mediodía...
Re: Una gata se me ha escapado de sus aposentos (Kaya)
Cerré los ojos notando como poco a poco los latidos de mi corazón iban disminuyendo su velocidad poco a poco. Podía notar el calor del sol que entraba por los cristales del coche, y que nos rodeaba un ambiente cálido y relajante. Respiré profundamente, y volví a abrir los ojos, mirando directamente a Tom, que ya sabía dónde estaba exactamente.
-Bueno, puedes darle las gracias al camión de la basura, y al calor que hacía esta mañana, que me ha llevado a dar una vuelta por el barrio.- y que de momento el tiempo que llevase aquí fuese de lo más aburrido de mi vida. Hasta ahora, claro. Pero eso ya no se lo dije.
Sin darme cuenta, bostecé y me llevé una mano a la boca. No había dormido demasiado aquella noche, y sabía que de algún momento a otro mi cuerpo lo iba a reflejar de algún modo. Llevé mi mano a la nariz, y la froté durante un segundo mientras la arrugaba, para rascármela. Siempre que bostezaba, a continuación hacía eso. Era una manía mía, y algo que había hecho durante toda mi vida. Entonces escuché el motivo de Tom de por qué se había puesto a trabajar tan temprano y seguía aquí fuera, y solté una carcajada -con la que si los otros tres hubiesen sido personas normales se hubiesen despertado.-
-Sabes que ahora podrás pasarte medio día aquí fuera, ¿no?- sí, claro que lo sabía- Al no ser que les despiertes de alguna manera.- me mordí el labio inferior levemente, y giré la cabeza hasta alcalzar con la vista las ventanas de la casa. Dos de ellas seguían con la persiana bien bajada. Y me jugaba el cuello de que la otra estaba completamente igual.
Percibí el tono de las palabras de Tom, y esbozé una sonrisilla picarona en mi cara. Me dejé atraer hasta él, y me acurruqué debajo de su brazo, pero lo suficientemente lejos como para ver su cara de niño inocentón -aunque de eso no tuviera nada, que yo lo conocía muy bien y a mi no me la jugaba. No, no.
-Claro, se pierden jugar con KayaKitty -cuyo mote me lo había puesto él hace tiempo. Siempre decía que yo era como uno de sus gatitos más.- y solo porque prefieren contar con la compañía de una almohada...babeada hasta el fondo.- solo de imaginarme la escena, en mi rostro podía notarse claramente una mueca de asco.
-Bueno, puedes darle las gracias al camión de la basura, y al calor que hacía esta mañana, que me ha llevado a dar una vuelta por el barrio.- y que de momento el tiempo que llevase aquí fuese de lo más aburrido de mi vida. Hasta ahora, claro. Pero eso ya no se lo dije.
Sin darme cuenta, bostecé y me llevé una mano a la boca. No había dormido demasiado aquella noche, y sabía que de algún momento a otro mi cuerpo lo iba a reflejar de algún modo. Llevé mi mano a la nariz, y la froté durante un segundo mientras la arrugaba, para rascármela. Siempre que bostezaba, a continuación hacía eso. Era una manía mía, y algo que había hecho durante toda mi vida. Entonces escuché el motivo de Tom de por qué se había puesto a trabajar tan temprano y seguía aquí fuera, y solté una carcajada -con la que si los otros tres hubiesen sido personas normales se hubiesen despertado.-
-Sabes que ahora podrás pasarte medio día aquí fuera, ¿no?- sí, claro que lo sabía- Al no ser que les despiertes de alguna manera.- me mordí el labio inferior levemente, y giré la cabeza hasta alcalzar con la vista las ventanas de la casa. Dos de ellas seguían con la persiana bien bajada. Y me jugaba el cuello de que la otra estaba completamente igual.
Percibí el tono de las palabras de Tom, y esbozé una sonrisilla picarona en mi cara. Me dejé atraer hasta él, y me acurruqué debajo de su brazo, pero lo suficientemente lejos como para ver su cara de niño inocentón -aunque de eso no tuviera nada, que yo lo conocía muy bien y a mi no me la jugaba. No, no.
-Claro, se pierden jugar con KayaKitty -cuyo mote me lo había puesto él hace tiempo. Siempre decía que yo era como uno de sus gatitos más.- y solo porque prefieren contar con la compañía de una almohada...babeada hasta el fondo.- solo de imaginarme la escena, en mi rostro podía notarse claramente una mueca de asco.
Re: Una gata se me ha escapado de sus aposentos (Kaya)
Cogí nuevamente la PSP, sólo que esta vez no inicié un juego por respeto a Kaya, aunque sabía más que nunca que le daría igual. No era la primera vez que cuando estábamos juntos hacíamos lo mismo. Cosas como desde navegar y ver vídeos en internet, hasta jugar a un juego al que ella no tenía ni idea.
No es que tuviéramos gustos en común, que sí que teníamos algunos, pero teníamos más aficiones que gustos musicales o televisivos en sí, por ejemplo.
Aquella vez, sin embargo, quería mantener algo de conversación con ella. Al fin y al cabo, nos habíamos mudado todos, y dejar nuestra jodida ciudad era algo muy raro que no habíamos hecho nunca para más de un par de días o unas vacaciones de un mes.
Así pues, encendí la PSP únicamente para escoger algo de música y quitar la plastada de la radio, pero enseguida recordé que no había metido nada en la Memory Stick nueva, así que tuve que bufar, abrazarme más a mi amiga Kaya, y conformarme con esa canción de Kylie Minogue cuya letra aún desconocía.
A Kaya pareció tentarle de alguna manera colarse en casa para despertar a los demás, pero a no ser que tuviera muchas ganas y una escalera mágica, no podríamos subir al segundo piso, y me negaba completamente a subir a lo spiderman por la tubería sólo por fastidiar a Dougie, Harry o Danny... Bueno, pintaba divertido, pero requería que me levantara de donde estaba, y a pereza me ganaban muy pocas personas.
-Supongo que los fastidiaré otro día. Ya sabes, el típico truco de meter la pasta de dientes en la boca de alguno, o de meter dos dedos en un vaso lleno de agua hirviendo -me quedé pensativo, recordando aquellas viejas pero pesadas bromas que había visto en los campamentos durante mi infancia. Afortunadamente, jamás me habían hecho alguna del estilo, aunque en la guerra y en la amistad de los miembros de McFly... Lo raro e inusual era lo que se podía ver cada día.
Iba a hacer un comentario algo machista respecto a lo último que Kaya dijo, pero no porque de verdad lo pensara. Desde que tenía recuerdo, me gustaba fastidiarla y picarla con cosas y comentarios que sabía que no le gustaba. Aquella vez iba a soltar algo como "a veces una almohada, mucho papel higiénico, imaginación y una muñeca inchable es mejor que una mujer", pero habría sido pasarse, además, teniendo a Kaya, una mujer y amiga hecha y derecha... ¿Para qué querer nada más? Naaah...
-¿Cómo llevas eso de ver tanto sol en enero? -pregunté, poniéndome mis gafas de sol Ray Ban negras nada más un rayo me dejó casi ciego. Entonces recordé cuanto había extrañado mis pertenencias aquellos dos días que me habían dejado sin mi maleta... Malditos hijos de perra-. Me encontré con la actriz de Gossip Girl en el aeropuerto, ¿sabías? Resulta que ella era quien tenía mi maleta -no pude evitar reír entre dientes-. Me acordé de ti, es muy diferente a como eres tú, pero da igual quién seas, siempre pensarás que Tom Fletcher es un maníaco de los gatos, ¿eh? No sé si te caería muy bien. No es por subestimarte, pero es... bastante refinada, de ciudad. Y no precisamente de Londres. Sólo le faltaba el acento británico para parecer una señorita aún más... ¿cómo se dice? ¿Vintage? Fashion... Bueno, ya me entiendes.
FDR: Sí, saco el tema, quiero verte rencorosa y hablando mal de alguien, je.
No es que tuviéramos gustos en común, que sí que teníamos algunos, pero teníamos más aficiones que gustos musicales o televisivos en sí, por ejemplo.
Aquella vez, sin embargo, quería mantener algo de conversación con ella. Al fin y al cabo, nos habíamos mudado todos, y dejar nuestra jodida ciudad era algo muy raro que no habíamos hecho nunca para más de un par de días o unas vacaciones de un mes.
Así pues, encendí la PSP únicamente para escoger algo de música y quitar la plastada de la radio, pero enseguida recordé que no había metido nada en la Memory Stick nueva, así que tuve que bufar, abrazarme más a mi amiga Kaya, y conformarme con esa canción de Kylie Minogue cuya letra aún desconocía.
A Kaya pareció tentarle de alguna manera colarse en casa para despertar a los demás, pero a no ser que tuviera muchas ganas y una escalera mágica, no podríamos subir al segundo piso, y me negaba completamente a subir a lo spiderman por la tubería sólo por fastidiar a Dougie, Harry o Danny... Bueno, pintaba divertido, pero requería que me levantara de donde estaba, y a pereza me ganaban muy pocas personas.
-Supongo que los fastidiaré otro día. Ya sabes, el típico truco de meter la pasta de dientes en la boca de alguno, o de meter dos dedos en un vaso lleno de agua hirviendo -me quedé pensativo, recordando aquellas viejas pero pesadas bromas que había visto en los campamentos durante mi infancia. Afortunadamente, jamás me habían hecho alguna del estilo, aunque en la guerra y en la amistad de los miembros de McFly... Lo raro e inusual era lo que se podía ver cada día.
Iba a hacer un comentario algo machista respecto a lo último que Kaya dijo, pero no porque de verdad lo pensara. Desde que tenía recuerdo, me gustaba fastidiarla y picarla con cosas y comentarios que sabía que no le gustaba. Aquella vez iba a soltar algo como "a veces una almohada, mucho papel higiénico, imaginación y una muñeca inchable es mejor que una mujer", pero habría sido pasarse, además, teniendo a Kaya, una mujer y amiga hecha y derecha... ¿Para qué querer nada más? Naaah...
-¿Cómo llevas eso de ver tanto sol en enero? -pregunté, poniéndome mis gafas de sol Ray Ban negras nada más un rayo me dejó casi ciego. Entonces recordé cuanto había extrañado mis pertenencias aquellos dos días que me habían dejado sin mi maleta... Malditos hijos de perra-. Me encontré con la actriz de Gossip Girl en el aeropuerto, ¿sabías? Resulta que ella era quien tenía mi maleta -no pude evitar reír entre dientes-. Me acordé de ti, es muy diferente a como eres tú, pero da igual quién seas, siempre pensarás que Tom Fletcher es un maníaco de los gatos, ¿eh? No sé si te caería muy bien. No es por subestimarte, pero es... bastante refinada, de ciudad. Y no precisamente de Londres. Sólo le faltaba el acento británico para parecer una señorita aún más... ¿cómo se dice? ¿Vintage? Fashion... Bueno, ya me entiendes.
FDR: Sí, saco el tema, quiero verte rencorosa y hablando mal de alguien, je.
Re: Una gata se me ha escapado de sus aposentos (Kaya)
Durante un momento sentí tanto calor en el cuerpo, que me aparté los mechones que caían sobre mi cara, y me lo recogí todo en una coleta improvisada, con mis manos. Cerré los ojos e intenté pensar en al frío. Solo que no duré mucho, ya que los brazos se me cansaron al estar en aquella posición. Observé atentamente todos y cada uno de los movimientos que Tom hizo en un abrir y cerrar de ojos –y así de rápido porque a mí me da la gana (?)-.
Cuando vi la reacción de Tom al no conseguir lo que pretendía hacer, y me abrazaba más aún, no fui capaz de reprimir una sonrisilla de lo más encantadora. Volví a moverme ligeramente, pero sólo para estar un poco más cómoda, y que mi brazo no se quedase dormido bajo mi cuerpo. Qué sensación más desagradable tenía siempre que me pasaba eso. Sin embargo, seguía igual de pegada a Tom que antes.
Sólo al escuchar la forma que dijo sobre despertar a los otros, me lo imaginé fugazmente.
–Oye, yo quiero estar ahí cuando hagas eso. Podría quedarme a dormir un día de éstos.– Sí, a mi siempre se me había dado estupendamente eso de ir acoplándome en la casa de los demás. Además, sabía que a Tom –ahora que ya tenía casa, claro, y no es imaginaria como hasta ahora- no le importaría demasiado. Le miré, con ojitos como el gatito de Shrek.
Me incorporé de nuevo, sentándome y cruzando las piernas, cual indio alrededor de un fuego. Yo no podía estarme quieta nunca. Extendí los brazos, y apoyé las palmas de mis manos por detrás de mi cuerpo, pudiéndo así echarme ligeramente hacia atrás. Así relajé el cuello y lo dejé caer hacia atrás, durante un segundo, para despuésespués volver a mirarle.
–Para qué mentirte… lo llevo estupendamente bien. A pesar de que estoy acostumbrada al clima de Londres. Lo echo de menos, la verdad. Pero ya había olvidado lo que era poder ir en manga corta en pleno Enero. – tragué saliva– En realidad creo que nunca había podido llegar a experimentarlo. – Ladeé la cabeza y le miré alzando una ceja ligeramente. Después de que se pusiera las gafas Ray Ban, le saqué la lengua, dejando asomar sólo la puntita, y arrugué la nariz. Sabía perfectamente que me estaba viendo, pero… así podía comportarme cuando estaba con él.
Pero la expresión de mis rostro fue cambiando gradualmente, a medida que me contó con quién se había encontrado en el aeropuerto.
–¿¡Qué!? ¿Con Leighton?– dibujé una mueca tal que así mismo, si pinchas en el link (?) – ¿Por qué me lo cuentas? Ya sabes lo que me pasa con ella. Es una pija repipi que no puedo vivir sin sus lujos de diva moderna. – Bufé sonoramente, para que pudiese escucharme. – Lo único fashion que tiene es… que te ha enamorado a primera vista. – fruncí el ceño, dejando entrever pequeños destellos azules debido al color de mis ojos. No podía con ella, ni ella conmigo. Y de verdad me parecía un tanto difícil que algún día nuestros piques se acabasen y pudiésemos comportarnos como…dos personas civilizadas más.
Cuando vi la reacción de Tom al no conseguir lo que pretendía hacer, y me abrazaba más aún, no fui capaz de reprimir una sonrisilla de lo más encantadora. Volví a moverme ligeramente, pero sólo para estar un poco más cómoda, y que mi brazo no se quedase dormido bajo mi cuerpo. Qué sensación más desagradable tenía siempre que me pasaba eso. Sin embargo, seguía igual de pegada a Tom que antes.
Sólo al escuchar la forma que dijo sobre despertar a los otros, me lo imaginé fugazmente.
–Oye, yo quiero estar ahí cuando hagas eso. Podría quedarme a dormir un día de éstos.– Sí, a mi siempre se me había dado estupendamente eso de ir acoplándome en la casa de los demás. Además, sabía que a Tom –ahora que ya tenía casa, claro, y no es imaginaria como hasta ahora- no le importaría demasiado. Le miré, con ojitos como el gatito de Shrek.
Me incorporé de nuevo, sentándome y cruzando las piernas, cual indio alrededor de un fuego. Yo no podía estarme quieta nunca. Extendí los brazos, y apoyé las palmas de mis manos por detrás de mi cuerpo, pudiéndo así echarme ligeramente hacia atrás. Así relajé el cuello y lo dejé caer hacia atrás, durante un segundo, para despuésespués volver a mirarle.
–Para qué mentirte… lo llevo estupendamente bien. A pesar de que estoy acostumbrada al clima de Londres. Lo echo de menos, la verdad. Pero ya había olvidado lo que era poder ir en manga corta en pleno Enero. – tragué saliva– En realidad creo que nunca había podido llegar a experimentarlo. – Ladeé la cabeza y le miré alzando una ceja ligeramente. Después de que se pusiera las gafas Ray Ban, le saqué la lengua, dejando asomar sólo la puntita, y arrugué la nariz. Sabía perfectamente que me estaba viendo, pero… así podía comportarme cuando estaba con él.
Pero la expresión de mis rostro fue cambiando gradualmente, a medida que me contó con quién se había encontrado en el aeropuerto.
–¿¡Qué!? ¿Con Leighton?– dibujé una mueca tal que así mismo, si pinchas en el link (?) – ¿Por qué me lo cuentas? Ya sabes lo que me pasa con ella. Es una pija repipi que no puedo vivir sin sus lujos de diva moderna. – Bufé sonoramente, para que pudiese escucharme. – Lo único fashion que tiene es… que te ha enamorado a primera vista. – fruncí el ceño, dejando entrever pequeños destellos azules debido al color de mis ojos. No podía con ella, ni ella conmigo. Y de verdad me parecía un tanto difícil que algún día nuestros piques se acabasen y pudiésemos comportarnos como…dos personas civilizadas más.
Re: Una gata se me ha escapado de sus aposentos (Kaya)
Así era Kaya, que jamás se estaba quieta. Tras probar mil y una posturas, por fin pareció estarse quietecita. No me molestaba, pero me recordaba a mis gatos cuando se tumbaban sobre mí. No sabía por qué, pero había veces en las que, tirado en la cama con ellos encima, cuando más cómodo estaba, ellos no se estaban quietos... Hasta que acababa por echarlos de mis aposentos. Aunque claro estaba que a Kaya no le haría eso, por favor.
Ofreció indirecta-directamente que se quedara en nuestra casa a dormir, y contesté automáticamente asintiendo con la cabeza, aunque no sé si se fijó en el detalle. Aun así, ella sabía perfectamente que por mí encantado, y por el resto, seguro que también.
Respecto a su opinión sobre estos nuevos aires que habíamos decidido tomarnos todos, iba a comentar el tema cuando ella cayó en la cuenta de lo que le había contado que me había pasado en el aeropuerto, y me impresionó bastante su reacción.
Vale, sabía que Leighton Meester no le gustaba, pero se lo tomaba como algo personal, casi como si la conociera...
-Sí, emm... ¿¡Qué!? -exclamé, a penas en un susurro cuando dijo que había conseguido enamorarme.
Carraspeé, quedándome callado durante un momento y llevándome la mano a la frente, para masajeármela mientras reía entre dientes.
-Vamos, Kaya. Hablas como si la conocieras de verdad. Me parece que alguien está celosilla, ¿no? -murmuré con una sonora y canturreante voz, pellizcándole ligeramente la nariz con mi brazo libre, pues el otro rodeaba aún su cintura, como hacía mi abuela conmigo cuando era pequeño-. No te preocupes, Kaya. Eres igual o más guapa que ella, si es lo que quieres oír. Pero...
Suspiré ligeramente, posando mi mirada en el cesped que comenzaba en la valla de nuestra casa. No me fijé en la expresión ni reacción de Kaya, pero sabía que odiaba a esa actriz, sin saber por qué. Muchas chicas odiaban a alguna famosa sin razón alguna, por ser novia de alguno que les gustara o simplemente por ser una actriz que daba vida a un personaje al principio claramente antagonista... Kaya, siendo también actriz, parecía, o al menos tuve esa sensación, que tenía esos síntomas. No dejaba de ser una chica, ¿no?
El caso es que no me fijé en cómo se tomó mis palabras, sólo miré fijamente el suelo, sin llegar a ver mis pies del todo, que colgaban del maletero del coche.
-...Pero ahora mismo no sé si alguien podría 'enamorarme' como tú dices. Aún tengo en mi cabeza... Bueno, ya sabes. A 'alguien'.
Mi tono de voz expresó una clara indirecta que Kaya enseguida captaría...
Maldita sea. No había hablado de esto hace días... Y lo habíamos dejado Giovanna y yo... ¿Hace cuánto? Ni un mes... Y ya estaba jodidísimo. Por una parte prefería no hablar de ello, pero por otra...
Suspiré, y acto seguido me rasqué la nuca con mi mano libre hasta despeinarme mi ya alborotado pelo dorado, atreviéndome a mirar la expresión de Kaya con valor, y optando por seguir con el tema anterior.
-...En fin, te lo he contado porque eres mi amiga. ¿Algo que decir?
Ofreció indirecta-directamente que se quedara en nuestra casa a dormir, y contesté automáticamente asintiendo con la cabeza, aunque no sé si se fijó en el detalle. Aun así, ella sabía perfectamente que por mí encantado, y por el resto, seguro que también.
Respecto a su opinión sobre estos nuevos aires que habíamos decidido tomarnos todos, iba a comentar el tema cuando ella cayó en la cuenta de lo que le había contado que me había pasado en el aeropuerto, y me impresionó bastante su reacción.
Vale, sabía que Leighton Meester no le gustaba, pero se lo tomaba como algo personal, casi como si la conociera...
-Sí, emm... ¿¡Qué!? -exclamé, a penas en un susurro cuando dijo que había conseguido enamorarme.
Carraspeé, quedándome callado durante un momento y llevándome la mano a la frente, para masajeármela mientras reía entre dientes.
-Vamos, Kaya. Hablas como si la conocieras de verdad. Me parece que alguien está celosilla, ¿no? -murmuré con una sonora y canturreante voz, pellizcándole ligeramente la nariz con mi brazo libre, pues el otro rodeaba aún su cintura, como hacía mi abuela conmigo cuando era pequeño-. No te preocupes, Kaya. Eres igual o más guapa que ella, si es lo que quieres oír. Pero...
Suspiré ligeramente, posando mi mirada en el cesped que comenzaba en la valla de nuestra casa. No me fijé en la expresión ni reacción de Kaya, pero sabía que odiaba a esa actriz, sin saber por qué. Muchas chicas odiaban a alguna famosa sin razón alguna, por ser novia de alguno que les gustara o simplemente por ser una actriz que daba vida a un personaje al principio claramente antagonista... Kaya, siendo también actriz, parecía, o al menos tuve esa sensación, que tenía esos síntomas. No dejaba de ser una chica, ¿no?
El caso es que no me fijé en cómo se tomó mis palabras, sólo miré fijamente el suelo, sin llegar a ver mis pies del todo, que colgaban del maletero del coche.
-...Pero ahora mismo no sé si alguien podría 'enamorarme' como tú dices. Aún tengo en mi cabeza... Bueno, ya sabes. A 'alguien'.
Mi tono de voz expresó una clara indirecta que Kaya enseguida captaría...
Maldita sea. No había hablado de esto hace días... Y lo habíamos dejado Giovanna y yo... ¿Hace cuánto? Ni un mes... Y ya estaba jodidísimo. Por una parte prefería no hablar de ello, pero por otra...
Suspiré, y acto seguido me rasqué la nuca con mi mano libre hasta despeinarme mi ya alborotado pelo dorado, atreviéndome a mirar la expresión de Kaya con valor, y optando por seguir con el tema anterior.
-...En fin, te lo he contado porque eres mi amiga. ¿Algo que decir?
Re: Una gata se me ha escapado de sus aposentos (Kaya)
Cuando Tom asintió ante mi pregunta, mi sonrisa se acentuó aun más, dejando mostrar mis dientes tímidamente.
Siempre me había gustado quedarme a dormir en casa de Tom –que la verdad no habían sido muchas– y de los otros tres: podíamos quedarnos a hablar durante casi toda la noche, o viendo alguna película, o simplemente sin hacer absolutamente nada y quedarnos como estábamos justo en este momento en el maletero del coche. Entonces, me di cuenta de que aun seguíamos allí dentro, y de pronto se me antojó un espacio un tanto pequeño. Y por ese mismo motivo salí del coche, le cogí la mano a Tom y tiré de él levantándole. Como sabía que no tenía muchas ganas de moverse, fui yo quien le llevó hasta el jardín, y aun con su mano cogida, nos tumbé a los dos en el césped.
Me senté, con las piernas estiradas y cruzadas por los tobillos, procurando que Tom aún pudiese abrazarme y que a la vez él estuviese cómodo.
–De hecho, la conozco…– le miré con el ceño fruncido, y acto seguido, de manera inconsciente aparté la mirada, y comencé a arrancar pequeñas briznas de la verde hierba, para después volver a dejarlas caer en su mismo lugar inicial. Abrí desmesuradamente los ojos, de una forma también un tanto teatral, cuando dijo que estaba celosilla. – ¿¡Qué!?– repetí lo mismo que Tom había dicho anteriormente con la misma expresión en mis ojos. Oh, venga ya, Tom... sabes perfectamente que no es eso. – tal vez si. Bueno, no. Bah, ni yo misma lo sabía. Es solo que yo conocía lo que le pasaba a Leighton con Harry, y sabiendo lo que me pasaba a mí con él, y la buena descripción que Tom me había hecho de ella tras la buena impresión que le había dado… pues mis nervios se habían crispado un poco. Y cuando quise darme cuenta, mis puños estaban cerrados completamente, y se habían vuelto de un color más blanquecino de lo que ya eran, por la fuerza.
Sin embargo, en cuanto Tom nombró a Gio, se me olvidó momentáneamente todo el tema anterior, y me incliné lo suficiente como para alcanzar a abrazarle, relajando todos los músculos de mi cuerpo, y volviendo a ser la misma chica de minutos antes.
– Aww, Tom, deja de preocuparte. Tendrías tus motivos. Y aunque no los tuvieras, sabes que te apoyo en todo lo que hagas. – rozé ligeramente su mejilla con mi nariz– Y ya sabes que estoy aquí para lo que necesites. – tras rozar su nariz, deposité un pequeño beso en esa misma zona.
Cuando volvió a mencionar el tema de Leighton, rodé los ojos, y mis palabras sonaron con un deje de indiferencia.
– Si, te pediría que no volvieses a nombrarla cuando estés conmigo. O por lo menos que lo hicieses lo mínimo. – Me mordí el labio inferior, dejando asomar un poco de duda en mi rostro
Siempre me había gustado quedarme a dormir en casa de Tom –que la verdad no habían sido muchas– y de los otros tres: podíamos quedarnos a hablar durante casi toda la noche, o viendo alguna película, o simplemente sin hacer absolutamente nada y quedarnos como estábamos justo en este momento en el maletero del coche. Entonces, me di cuenta de que aun seguíamos allí dentro, y de pronto se me antojó un espacio un tanto pequeño. Y por ese mismo motivo salí del coche, le cogí la mano a Tom y tiré de él levantándole. Como sabía que no tenía muchas ganas de moverse, fui yo quien le llevó hasta el jardín, y aun con su mano cogida, nos tumbé a los dos en el césped.
Me senté, con las piernas estiradas y cruzadas por los tobillos, procurando que Tom aún pudiese abrazarme y que a la vez él estuviese cómodo.
–De hecho, la conozco…– le miré con el ceño fruncido, y acto seguido, de manera inconsciente aparté la mirada, y comencé a arrancar pequeñas briznas de la verde hierba, para después volver a dejarlas caer en su mismo lugar inicial. Abrí desmesuradamente los ojos, de una forma también un tanto teatral, cuando dijo que estaba celosilla. – ¿¡Qué!?– repetí lo mismo que Tom había dicho anteriormente con la misma expresión en mis ojos. Oh, venga ya, Tom... sabes perfectamente que no es eso. – tal vez si. Bueno, no. Bah, ni yo misma lo sabía. Es solo que yo conocía lo que le pasaba a Leighton con Harry, y sabiendo lo que me pasaba a mí con él, y la buena descripción que Tom me había hecho de ella tras la buena impresión que le había dado… pues mis nervios se habían crispado un poco. Y cuando quise darme cuenta, mis puños estaban cerrados completamente, y se habían vuelto de un color más blanquecino de lo que ya eran, por la fuerza.
Sin embargo, en cuanto Tom nombró a Gio, se me olvidó momentáneamente todo el tema anterior, y me incliné lo suficiente como para alcanzar a abrazarle, relajando todos los músculos de mi cuerpo, y volviendo a ser la misma chica de minutos antes.
– Aww, Tom, deja de preocuparte. Tendrías tus motivos. Y aunque no los tuvieras, sabes que te apoyo en todo lo que hagas. – rozé ligeramente su mejilla con mi nariz– Y ya sabes que estoy aquí para lo que necesites. – tras rozar su nariz, deposité un pequeño beso en esa misma zona.
Cuando volvió a mencionar el tema de Leighton, rodé los ojos, y mis palabras sonaron con un deje de indiferencia.
– Si, te pediría que no volvieses a nombrarla cuando estés conmigo. O por lo menos que lo hicieses lo mínimo. – Me mordí el labio inferior, dejando asomar un poco de duda en mi rostro
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